COSTUMBRES LOCALES

EL AMOR EN LA CIUDAD

de Miguel Moya. 6 Noviembre 1949

El aprendiz de cronista ha escrito los titulillos y se ha quedado…preocupado. Su buen amigo, inquieto le aconseja - ¿Dónde has dejado tu prudencia retraída, discreta? ¿Esto no te parece excesivo ? - Si - le concedo - tienes razón, pero compromisos, soledad, además… - Bien, allá tú, no lo que escribes, sino tu actitud me hace sonreír. - Bueno.

El ambiente: El que todos conocemos. Una ciudad que dejó su armazón de campamento y se vistió de capital en sus cosas y costumbres finas, serias, de buen tono.

Los personajes: El aficionado se recoge al limitado mundo por él conocido. Los soldados y sus bellas prolongaciones familiares, las muchachas. Por soldado se entiende, claro, a todos los militares. Se hace esta innecesaria observación porque en cierta ocasión acompañábamos en un paseo provinciano a una joven hermosa y fina. Nos paró para charlar un soldado conocido, que era un excelente ejemplar del sexo feo. Cuando se despidió, comentó mi amiga: ¿Qué lástima no sea militar! - Pero, si es un soldado. - Bueno - siguió ella - , yo quería decir de alguna graduación. Los pocos soldados que tienen la surte de pasear, sin compromiso, con una muchacha en alguna guarnición provinciana se llevan a sus pueblos recuerdos agradables de la nena guapa que era tan simpática.

Ellas: Poco hay que decir. La razón principal porque…para el caso que van a hacer. La mujer mucho más biológica que el hombre vive de acuerdo consigo misma Ese dominio grande que de si mismas tienen casi no lo hace falta en sus "dimes y diretes" contra el fuerte contrario. Más bien lo usan entre ellas mismas. Si Eva hubiera hecho caso a las cosas que día nuestro padre Adán cuando "se enjugaba el sudor de su frente", sobrarían pisos para alquilar. Afortunadamente le importaba poco y así está el mundo de gente. Si hubieran tomado en cuenta lo que los hombres han dicho de ellas hubieran ido a suicidios colectivos y entonces habría habido verdaderas pugnas para salvarlas que ganarían, creo, los más misóginos.

En fin, ellas saben lo que hacen. Están bien así y en el mundo ponen su sonrisa, su ternura y…la risa de los niños.

Conforme que mis palabras son baratísimas, de cuproniquel, pero recuerden el éxito de la profunda, amena y áurea filosofía de Ortega. Como recordarán el cuento ocurre - más o menos - así : Madrid, en la Puerta de Hierro a la hora de la merienda. Grupos de muchachas se han sentado a la mesa del filósofo Ortega. Diserta sobre la mujer, el amor…

Ellas oyen interesadas. De pronto suena música de baile se fugan todas y se queda sólo con una. Quiere consolarse. ¿Es que a Ud. - le pregunta halagado - le gustan estas charlas que son mi destino. El filosofar? - Si, mucho; pero es que también, ayer, patinando me disloqué el tobillo y hoy…no puedo bailar.

Por lo cual la única observación que me permito es que son pocas y jóvenes. Lo cual además de cierto no creo sea desagradable. Y como no cuesta trabajo terminar galante, ahí va un antiguo piropo en verso :

"Hombre sano, muere

y por mujer brama

si enfermo la quiere

al pie de la cama"

Nosotros: Si nuestras muchachas son jóvenes porque a sus "papás" aún les falta por llegar al final cronológico de las "escalillas", de los solteros en general puede decirse que estamos en la mitad del escalafón de la vida, sin haber hecho - según ellas - nada de provecho. Y que somos muchos.

Fíjense en la clara ventaja que han adquirido, así, de pronto, uno de los bandos enemigos. Pocas y jóvenes contra muchos y…cansadísimos.

Uno no ha creído nunca mucho en el predicamento del galán otoñal. Se parece más bien un consuelo como la existencia de una segunda juventud. Son embargo, es cierta la "moda", y los felices resultados de los casamientos con diferencia de edad, pero esto es otra cosa. Me imagino estos amores basados en un conocimiento mutuo, en la charla amiga y comprensiva que deriva suave hacia un íntimo amor. Quizás la mujer se sienta más protegida, dirigida, amada; quizás vea claro que el hombre mayor es más niño, más íntimamente la necesita.

Pero volviendo a nuestro cuento. Entre lo que nos daban las jóvenes hace unos años y lo que nos dan ahora, digan mis colegas, con la mano en el pecho, si no existe cierta diferencia. Parece que antes iba uno a lo que saliera y el juego era aceptado. Era el cariño de la entrega cordial y rápida. Nada desde el primer momento de palabras serias y transcendentales. Era todo alegre, impulsivo, juvenil. Con que tranquilidad se aceptaba un plazo lejano e incierto ¡oh la juventud!

Ahora ¿ Cómo ocurren las cosas? El soltero parado con su varios complejos y alambicados pensamientos. Las muchachas con su juventud en flor y una mirada un tanto precavida… Y la chispa incendiaria no brota fácilmente. Y es una pena porque parece estar todo a punto. Porque ¿qué puede hacer una muchacha sino soñar y enamorarse? Y él cansado, un poco de vuelta de pequeños caminos y vericuetos ¿ no desea recorrer el que le falta, la larga carretera, el camino real?

O dicho de otra forma. Al recogerse la chica en la intimidad de su alcoba sueña - "cuando yo me case…" y el otro al mismo tiempo piensa - "necesito casarme".

¡Anímense damitas y caballeros! No crean que el matrimonio es la "tumba del amor", ni que el "amor es una cosa y el matrimonio otra". Ni lo que dice el A.O.E. del domingo pasado. "Que el héroe acaba cuando el matrimonio empieza". Es todo lo contrario. El matrimonio no es tumba, es huerta; en él empieza el amor en vez de acabar; y se comienza a ser héroe cuando se llevan unos años de casado.

Ibamos a seguir dando consejos para la buena armonía cuando suena el teléfono - El director al aparato - ¿Qué haces? - Sobre el amor en….Ifni - ¡ Atiza! Muchacho, breve - ¿Cómo?, ¡bravo! - No - No - ¡breve, breve!.

Y complaciendo al director, para satisfacción propia y alegría de posibles lectores se termina esta croniquilla dejando para otra ocasión el final que llevará estos titulitillos para ellas: " Los talones de Aquiles de los solteros". Para ellos : " El Paso del Rubicón". Para los dos : " La Marcha de M….."

Hasta luego Sras. Y Sres.

Para saber más de Ifni http://www.izquierdo.net/ifni

Volver al índice de Cuadernos de época.