DESCUBRIENDO MEDITERRANEOS

Por tierras altas de los Isbuia hacia las márgenes del Asaca.

De Miguel Moya

Dormimos sobre la arena seca de la playa de Sidi Uarsik. Arrullados por el constante y monótono rumor de las rompientes, entre los camellos, envueltos en mantas.

En la noche obscura, sin luna, era intenso el fulgor de las estrellas. En el camino de Santiago, la vía láctea, casi se distinguían los lejanos y pequeños mundos luminosos. Le parecía a mi amigo menos vaga y difusa que la entrevista en las noches ciudadanas, españolas…la nebulosa africana.

Nos dormimos con imágenes de peregrinos, hombres de otras edades, que buscaban en el cielo el camino de la Iglesia del Apóstol.

Al despertar, un amanecer extendía su pureza clara y limpia por una playa larga, ligeramente oval, de fina y tersa arena. Solitaria, sin gente. Sobre la limpia arena solo unos rebaños de vacas y dromedarios, y lejanas unas bandas de gaviotas posadas en la orilla. Los rebaños estaban solos. La marea baja.

Los rebaños iban a beber, no en el mar como animales mitológicos, sino agua dulce que brota de unos manantiales que manan a ras de la arena en el acantilado que cierra la playa por el Sur. El ganado bebe en las horas libres que deja la marea. No deja de ser un contraste paradójico que en este Ifni seco unos manantiales afloren en el mar ( después hemos leído que son frecuentes en la costa occidental africana).

El mar rompía fuerte. La rompiente se encabritaba y la colección de olas se desmelenaban en fina espuma antes de morir domadas por la caricia suave pero agotadora de la apretada arena.

Nuestro guía nos contaba leyendas de barcos antiguos, que venían a traer comercio, de guerra, a la desembocadura cercana del Asif.

Y nos sorprendió diciéndonos que un día, según cuentan los ancianos, el manantial manó rojo.

Habían teñido fuentes muy lejanas, en pueblos hoy de la zona francesa, para averiguar el curso del intrigante manantial.

Al subir de nuevo a la llanura, un grupo se dirigía al morabito. Iban a prestar juramento. Es, quizás, la única función de tipo religioso que tienen los morabos; tumbas de hombres buenos, religiosos, santos.

Este hombre bueno será después, en el cielo, testigo de mayor excepción, que descubrirá el perjuro y atestiguará la verdad prestada por el buen creyente. Se presta juramento para defenderse de una acusación sobre delito supuesto o infundado.

Podríamos haber ido al Asaca por la llanura hasta la desembocadura y después haber seguido aguas arriba. Pero el Asaca, río también paradójico, no lleva agua al mar. Es sobre las proximidades de Arossi donde adquiere carácter de río de verdad. Quizás porque se le desangra para el riego, seguramente porque es, como africano un poco original.

Volvimos a enfrascarnos por entre las montañas. La región de los Isbuia es para nosotros la más interesante y pintoresca del Territorio. Sus hombres tienen fama de valientes guerreros y sus mujeres gozan, con justicia, fama de bellas. Caras perfectas, clásicas y tipos que la vida al aire libre y de trabajo; coger la leña; ir por agua, arar la tierra y la adolescencia de pastoras, produce en la juventud talles flexibles, lozanos, esbeltos.

Pasamos por la Alcazaba señora del contorno. Tiene su avanzadilla en ruina unida por vestigios de camino subterráneo y su aljibe fortificada con su pequeño "blocao" y sus troneras.

En las cumbres, dominando las veredas de paso obligado, cuevas con mirillas que cubren largas distancias.

A caballo bajaban a los llanos en busca de botín, de ganado. No se llevaban mujeres porque la tradición exige que el vivir o admitir mujeres raptadas trae como obligación buscar la armonía, la buena vecindad.

Nuestra admiración marcha unida sin embargo a sus obligados y fuertes enemigos, los hombres del llano con sus "kasbas", bajas; amplias, de tipo sencillo, patriarcal, como indicando que la guerra es una necesidad, no un pirata y ambicioso deseo.

Región ganadera. Por las montañas los pastores. Niños y muchachas jóvenes. Mocitas en agraz. Nos llegaba el sonsonete de las canciones de las muchachas. Pasan cantando muchas horas del día. Se distraen y es también un poco la llamada amorosa instintiva, incipiente de la adolescencia. El campo, la soledad, su juventud las hace un poco descuidadas en la ocultación de los encantos morenos de una belleza que nace.

En las márgenes de secos riachuelos, hombres trabajaban en las pequeñas huertas de la región. Desvían el agua de la torrentera para que le inunde unos días la huertecilla, mientas esperan que el cielo sombrío, les permita sacar el arado e ir al soco a comprar la cebada de la sementera.

El agua de los pozos es salobre. Construyen en las bajas laderas aljibes rectángulares, cubiertas, semienterradas. El agua de la lluvia se lleva por primitivas acequias a un depósito circular, especie de filtro donde el agua deja por sedimentación la tierra y pasa por orificio en alto al aljibe. Cada casa, al menos cada poblado, tiene la suya.

Llegamos a una auténtica meseta. No existen los pozos pues el agua se filtra hasta profundidad inencontrable . Vemos dos obras que se les ha hecho para aliviarles el acuciante problema. Una un depósito original en el fondo de una cascada y la otra una presa grande que en buen rendimiento podría duplicar la ganadería de la comarca.

A la tarde, ya en franca dirección hacia el Asaca, comenzó la lluvia. Ni los dromedarios ni el guía hacían caso del agua. Demasiado deseada, rogada… Mi amigo me miraba y yo le señalaba en la vereda sin árboles, una casa lejana. Ya llegaríamos. Los dromedarios impasibles, alargaban, retorcían el cuello para zamparse unos matojos con flores amarillentas, que el agua haría muy apetitosos. Sería absurdo exigirles miedo al agua, prisa ciudadana…

Duró poco la lluvia, y pudimos divisar unas casas blancas en la otra margen. Son los puestos franceses limítrofes. Casas rectángulares, encaladas, blancas, con cercas altas y una torrecilla. Y llegando al río por el Arossi, en la otra orilla, una edificación grande, de colores obscuros, cuartel-campamento donde ondeaba la bandera de los vecinos.

Para saber más de Ifni http://www.izquierdo.net/ifni

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