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de Mujeres Andaluzas
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Si tienes algún recuerdo sobre o de José Andrés Junco Ruíz te agradeceriamos que nos lo enviaras para incluirlo en esta página con la que le rendimos un pequeño homenaje.
Ha sido preparado por Manuel
Fernández Romero y Miguel Moya Guirado. Agradecemos la colaboración de
Pedro J. Miguel y Luna Miguel Santos.
La casa de junco
Oda a Junco. Por Pedro J. Miguel
monólogo de un maestro. Por José Andrés Junco.
Recuerdo a José Andrés Junco Ruiz
A Junco se le asocia más al lector insaciable y vividor empedernido en
sus soledades, pero también tiene un historial del activista, más
intenso en su época de Juventudes Comunistas y como participante en
distntos momentos, como miembro de SADI (Sindicato Andaluz de Docentes
Interinos) en su etapa de profesor o de ALCER (Asociación para la lucha
contra las enfermedades del Riñon) ya jubildado.
La casa de Junco
Entrar en la casa de Junco y su patio
era sumergirse en un mundo ordenado con miles de libros, pósteres, discos,
cuadros, fotos, objetos antiguos, estatuillas. No se confunda quien
visita estas páginas con la abundancia de material "chino", es el gusto
de quien nos ha dejado las fotos (tomadas en una visita el 15 de marzo
del 2015) y solo una infinitésima parte de lo que allí se puede
ver. La imagen del niño pequeño es realmente curiosa, debe de ser cercana al principio de siglo
XX, cuando no era raro poner faldas a infantes masculinos. La vista a
la iglesia de San Juan - Cuartel de los saldados también era un
espectáculo.
Oda a Junco
Puedes bajartela en pdf
Que
te acoja la muerte
con
todos tus sueños intactos.
El
Gaviero
El
hombre esquizofrénico
no
reniega de sus antepasados
y
asiste diariamente al funeral de sus discípulos
y
compañeros.
Busca
una respuesta leyendo nuestras lápidas.
Se
crispa monstruosamente
al
comprobar sus letanías uniformes:
Te
has equivocado
Te
has equivocado
Te
has equivocado
Busca
ansioso alguna otra frase y no la halla,
revuelve
nichos, pisotea tumbas,
profana
mausoleos de las más tradicionales familias.
Busca
y
siempre lo mismo:
Te
has equivocado
Te
has equivocado, Junco.
Regresa
al hogar entre visiones horribles,
harpías
devorando sus tripas,
dioses
presos violando a su madre,
hombres
sucios hurgando su encía,
regresa
al hogar con mano temblorosa,
con
mano temblorosa abre la botella de ginebra,
con
mano temblorosa fragua el esnifador.
Esnifador
de plata
que
renueva su sangre y aparta
en
el acto
endriagos
y demás engendros de su mente.
¡Oh
mirífico esnifador!,
esnifador
de plata.
Termina
la ginebra, limpia su nariz,
peina
su estopa demente
hacia
atrás,
rasura
la piel infantil de su rostro
de
héroe caído, se corta y sangra copioso,
se
coloca su gabardina blanca
y,
como aquel jinete pálido,
sale
a la calle a librar un duelo más.
Junco
cabalga desbocado
con
sus cubos de semen y sus ladillas gigantes,
los
ojos desorbitados
y
las armas preparadas.
Fustiga
los flancos de su bestia,
salta
barrancos, desciende pendientes,
conquista
cimas y grita sangriento.
Junco
cabalga,
de
los mierdas hipócritas no hace caso,
Junco
cabalga.
Tus
fúnebres comentarios sobre Cristo
y
otras drogas,
tus
cálidas oraciones a la memoria de Nietzsche
y
otros profetas,
el
sándalo y el pan de tu gran corazón
son
tomados cruelmente
por
lúdicos y tristes desvaríos,
por
pérfidas arritmias,
por
fétidas mocedades.
Y,
claro, los escorpiones,
los
escorpiones inundan tu mente
cuando
despedazas en la noche lluviosa,
cual
Atila vengador,
cuando
degüellas implacable,
cuando
mutilas redentor,
cual
ávido vampiro,
a
los pobres infelices.
Tú,
mejor degollador de tus víctimas,
resalta
el rango de cada uno
y
brinda con nuestra sangre.
Establece
jerarquía,
muestra
quién de verdad se confunde.
Priva
de transfusiones a los púberes
y
de andrajos al indigente.
Rompe
los informes.
Enfréntate.
Persevera
en tu húmeda noche.
***
Descubre
el amanecer al espectro cubierto
de
su fantástica gabardina, aplastando una alfombra
de
cráneos pulidos.
¡Espectro
sanguinario, resuelto y atrevido!
¡Contempla
el páramo!
Bermejos
los estandartes, desangrados los enemigos.
Huérfanos
de jinetes,
los
caballos
no
pueden con el tranco.
Los
canalones escupen
las
gotas postreras
como
ancianos prostáticos
de
prepucio cuarteado.
El
fantasma lascivo de Sigfrido
agradece
tu empresa terrible.
¡Quién
se equivoca! Eh, mierdas?
¡Quién
estaba equivocado!,
grita el héroe,
púrpuras
las mejillas.
No
descansaréis tranquilos.
Esta
noche no encontrará su día.
Revivid
vuestro crimen e implorad compasión.
Junco
cabalga desbocado
con
sus cubos de semen y sus ladillas gigantes,
los
ojos desorbitados
y
las armas preparadas.
Fustiga
los flancos de su bestia,
salta
barrancos, desciende pendientes,
conquista
cimas y grita sangriento.
Junco
cabalga,
de
los mierdas hipócritas no hace caso,
Junco
cabalga.
Náufragos
volubles
seguid
en la neurastenia de vuestras tumbas.
Vuestros
ángeles yacen reventados,
reventados
en mitad de la carretera
y
los demonios están de mi parte.
¿Es
que todos perderemos el vigor?
Siento
tener que postrarme en este incómodo catre
para
descansar mis molidos huesos,
siento
no ser incansable en este mundo imparable
que
nos oxida y anula,
siento
en las entrañas el regomeyo del paria,
siento
mis ramas quebrarse,
siento
no ser mañana
la
hedionda cucaracha
que
muera incomprendida.
Siento
no ser mañana.
¡Siento
que así seáis!
¡Seguid
en vuestras oscuras tumbas!
¡Postrémonos
todos!
Os
lo suplico,
que
beberé mi ración de cicuta y de valium
y
ya dormiré tranquilo,
guardado
por mis satánicos amigos.
Seguid
en vuestras oscuras tumbas y reposad dichosos,
que
a mis ojos afloran lágrimas amargas
y
la noche cerrada.
Seguid
en vuestras oscuras tumbas,
os
lo suplico,
que
no molestaré más.
¿Quién
se equivocó?
¿Quién
está seguro
de
que no dejó su destino
trunco?
Junco
cabalga desbocado
con
sus cubos de semen y sus ladillas gigantes,
los
ojos desorbitados
y
las armas preparadas.
Fustiga
los flancos de su bestia,
salta
barrancos, desciende pendientes,
conquista
cimas y grita sangriento.
Junco
cabalga,
de
los mierdas hipócritas no hace caso,
Junco
cabalga.
Por
Pedro J. Miguel. (Curso 1997/98)
La cita corresponde a Alvaro Mutis,
cuya obra se centra en torno a su personaje Maqroll el Gaviero
monólogo
de un maestro
José
Andrés Junco
La
oscuridad se desvanece entre pequeños rastros de luz, la
realidad se incrementa de pequeños------ ...... ..///////
Intentar
escapar de la realidad que continuamente marcha contigo, esa que
apenas tiene color, que continúa siéndote mágica, llena de poderes
que apenas puedes dominar, una entidad abarcadora que se posa sobre
tí, que te sostiene y que te refleja hacia el exterior, que te
proyecta hacia los objetos.
Intentar
escapar de tus propias cárceles semánticas de signos de signos,
significantes de significantes, sin ningún sentido.
Hermenéuticas
inútiles, para interpretar tus sentimientos más escondidos,
inconmensurabilidad, entre conciencias espacio -.- temporales.
Utilizar términos caducos, que no designan nada de lo cual es
verdadero, introducirte en una lógica destructora, romper el
Lenguaje como órgano de transmisión del poder.
Sentir
el silencio como única forma de salir de ti, de romper la unidad de
tu conciencia con el mundo; ser cruel, eternamente cruel, sentir el
nihilismo como única alternativa, romper tu cuerpo, castigarlo,
quemándolo al sol, dejándolo fuera de ti, y si no lo consigues ...
, iAy! Si no lo consigues, destrúyelo, poco a poco, o de una sola
vez. Olvida un pensamiento cíclico, busca la línea recta y cuanto
antes llegues a su final, antes habrás conseguido liberar este mundo
lleno de placeres y de dolores que están reservados tan sólo a unos
pocos, a unos pocos que apenas saben luchar por conseguir
desprenderse de todo aquello que lo ata, que lo encarcela en esas
celdas de cristal transparentes por fuera para miradas agudas, y
cajas negras, para aquellos que quieran adentrarse y profundizar
en ellas, sumergirse en la paz propuesta, escaparse como el orujo que
se escapa por el sumidero, gritando esa eterna canción:
iNiños
en el tiempo!
niños
que tienen la luz en su mirada,
niños
que luchan día a día por una sonrisa,
niños
negadores de la realidad que les obligan a reproducir.
Página
22 de Salamandria-3-1998
Revista editada por Ana Santos Payán y Pedro J. Miguel
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