María Dolores Flores Ruiz, «Lola Flores»

Hija Predilecta de Andalucía, a título póstumo

El pasado 21 de enero se cumplieron cien años del nacimiento en Jerez de la Frontera, en el barrio de San Miguel, de María Dolores Flores Ruiz, «Lola Flores», de padre tabernero y madre costurera.

Lola estudió baile con la artista María Pantoja y, posteriormente, asistió en Sevilla a la academia del maestro Realito, debutando con 16 años en el espectáculo «Luces de España» en el teatro Villamarta de Jerez.

Ya en Madrid, su carrera musical y cinematográfica tomó impulso.

En 1942 fue contratada por la Compañía de Canciones y Bailes Españoles de Mari Paz en el teatro Fontalba. Al año siguiente llegó su salto definitivo con el espectáculo «Zambra», junto a Manolo Caracol, ya por entonces un cantaor de renombre, y las composiciones de Quintero, León y Quiroga. «Zambra» lanzó a Lola Flores al estrellato, a lo que contribuyó también una carrera en el cine de la mano del productor Cesáreo González.

En los 50, su fama llegó a América, y actuó en México, donde nació el sobrenombre de «La Faraona», La Habana, Río de Janeiro, Ecuador, Buenos Aires, Nueva York, Perú, Colombia y Chile, entre otros lugares.

Casada en 1957 con el guitarrista y compositor Antonio González «El Pescaílla», fue la matriarca de una gran familia de artistas, en la que destacan sus hijos Antonio (fallecido en 1995, sólo unos días después que su madre), Lolita y Rosario.

Su hermana Carmen Flores también se dedicó al mundo del espectáculo, y entre sus nietos hay también actrices y cantantes.

Lola cantó en 1960 en el teatro Olympia de París y, cuando en los años 80 la copla empezó a declinar, dirigió su carrera al cine y la televisión, con papeles destacados, como en «Truhanes» (1983), «Los invitados» (1987) o la serie «Juncal» (1989).

Falleció el 16 de mayo de 1995 en Madrid.

Su discografía aglutina cientos de canciones que forman ya parte de la memoria artística de España, como «La Zarzamora», «A tu vera», «Torbellino de colores», o «¡Pena, penita, pena!».

Aunque vivió desde su juventud en Madrid, nunca perdió su vinculación con Andalucía, especialmente con Jerez, su ciudad natal; con Marbella, donde descansaba, y con Sevilla.

Mujer de gran carácter, no dudó en abordar temas que en su época se consideraban tabúes, como la violencia contra las mujeres o la prostitución.

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