Cuevas del Almanzora (Almería), 1831-1914
Tomado de http://www.lavozdealmeria.es/vernoticia.asp?IdNoticia=59721&IdSeccion=3. Página vista 4 de Mayo de 2014. También en la versión impresa de ese día. La Voz de Almería.
En abril se cumplieron 100 años de la muerte de la generosa aristócrata consorte de Almanzora
Guillermo Mirón [04/05/2014- 15:02]
Comentaban los mayores del lugar que
cuando el marqués de Almanzora llegaba al poblado por un lado, la
marquesa salía por otro. Un chascarrillo que ha sido recordado
durante décadas y que servía para describir el ímpetu de una de
sus vecinas más ilustres.
Catalina Casanova y Navarro (Cuevas del
Almanzora, 1831-1914), condesa de la Algaida y marquesa consorte de
Almanzora, destilaba poder y generosidad a partes iguales. Fue la
marquesa del pueblo para los vecinos de la barriada cantoriana y del
Valle que dio nombre a su título. El eco de sus acciones solidarias
resonaba de un rincón a otro de la cuenca del Almanzora cada vez que
Catalina visitaba una de sus fincas repartidas entre el Levante y el
Almanzora.
Desde Cuevas del Almanzora hasta Tíjola, todos sabían
de la marquesa. En 1901 repartió 3.000 panes en Garrucha (donde la
iglesia reservaba una capilla para los marqueses) para familias
necesitadas. También cedió junto al todopoderoso marqués, Antonio
Abellán Peñuela, los terrenos para la construcción de la estación
de ferrocarril, que a la postre sería una de las más transitadas de
la provincia.
Generosidad e influencia. De igual modo,
la marquesa compró las estanterías para el gabinete de Física y
Química del colegio de Cuevas del Almanzora, costándole este gesto
2.000 pesetas, una nada desdeñable cantidad. Aunque que si algo le
sobraba a la marquesa era generosidad... y dinero. Se estipulaba que
el matrimonio podía ingresar 25.000 pesetas mensuales. Una fortuna
para los años a caballo entre el siglo XIX y XX.
Porque, a pesar
de todo, la marquesa era una noble. A falta de años para que
apareciera Coco Chanel y cuando pocos sabían de la moda parisina,
Catalina ya viajaba a la capital gala para ir a la última. Tenía
que deslumbrar en los bailes a los que acudía la alta sociedad y que
celebraba en su palacete de la calle Leganitos, en Madrid. Las
relaciones con gente influyente y la voluntad les permitieron hacer
un poco menos pobre Almanzora y su Valle. Por no decir que fueron
pieza clave en el desarrollo de la comarca. Eso sí, si alguien
esperaba con ansias la visita de la marquesa eran los más jóvenes.
Durante sus estancias en el Palacio del Almanzora, la marquesa
repartía caramelos y refrescos desde un balcón a los pequeños que
se agolpaban debajo.
Lo hacía desde un balcón que escondía a
sus espaldas el Salón de las Conspiraciones. Haciendo honor a su
nombre, en esa sala el marqués bendecía o echaba por tierra
nombramientos políticos. Pero esas cuatro paredes guardaron más
secretos, como las reuniones en las que el marqués consiguió que el
tren llegara al Almanzora en lugar de Los Vélez, con todo lo que
esto supuso para el desarrollo de la minería en el Valle. Incluso
logró cambiar el trazado para que pasara por delante de su palacio
en lugar de por Albox. Literalmente. Todo en la misma habitación
desde cuyo balcón la marquesa obsequiaba a sus paisanos, retrato del
rol que cumplía con eficacia cada cónyuge.
Uno en el
control del poder político y económico, otra repartiendo buena
parte de los ingresos en obras caritativas y donaciones para la
educación o sanidad, ya que hasta su muerte sustentó con 250
pesetas anuales el hospital de Cuevas del Almanzora.
Caridad.
En el pueblo cuevano recordaron durante un buen tiempo la ayuda que
prestó a los damnificados por las inundaciones de 1879. Entre sus
acciones también destacan las inversiones para mantener el
patrimonio monumental en pueblos del marquesado. Tal era la
influencia de los primeros marqueses que su poder propició escenas
napoleónicas en la pedanía de Cantoria. No fue el Papa quien vino a
coronar al marqués, pero sí fue el mismísimo obispo de Almería,
Vicente Casanova, quien en una fiesta religiosa en el Palacio
confirmó a sus hijos.
Este abril se han cumplido 100 años de la
muerte de la marquesa. El olvido de su papel protagonista
durante décadas para el desarrollo de la comarca y parte de la
provincia salta a la vista. Los techos y muros de la que un día fue
su casa y hoy es el monumento neoclásico más importante de la
provincia se caen. Nadie hace nada para impedirlo. Quizás haga falta
una nueva Catalina Casanova para evitar el desastre.
Viaje con el rey.Uno de los acontecimientos más importantes con los marqueses de Almanzora como protagonistas sucedió en 1873. Tal y como relata Miguel Ángel Alonso, historiador local que ha recopilado gran parte de los datos sobre la marquesa y su cónyuge, el entonces rey, Amadeo de Saboya abdicó y marchó a Lisboa. Una de las personas que le acompañaron hasta el final fue el marqués, que antes había recibido el título por orden del rey.