Tomado de Idéntidad andaluza http://identidadandaluza.blogspot.com/2006/12/isabel-de-castilla-para-siempre-jamas.html miércoles 27 de diciembre de 2006
FRANCISCO
VIGUERAS, MUSTAFÁ AKALAY, EMILIA BARRIO, MARIBEL LÁZARO
Y JAVIER LÓPEZ GIJÓN
Publicado en el IDEAL de
Granada noviembre de 2004
Hasta diez veces prometieron cumplir
las Capitulaciones de Granada 'para siempre jamás' y no
tardaron ni ocho años en romper su compromiso, contraído
el 25 de noviembre de 1491: «Nos el Rey e la Reyna de Castilla,
de León, de Aragón, de Secilia , por la presente
aseguramos e prometemos de tener, e guardar e cumplir todo lo
contenido en esta capitulación sin fraude alguno. E por
seguridad dello, mandamos dar la presente firmada de nuestros nombres
e sellada con nuestro sello». Los Reyes Católicos
estamparon su firma y sello como garantía de que ellos y sus
sucesores respetarían los derechos civiles y religiosos de la
población granadina. Era la condición para la entrega
de la ciudad, mas todo resultó ser una estratagema, una
argucia propia de villanos. Convirtieron lo pactado en una farsa que
ponía en entredicho la honorabilidad de sus majestades.
Judíos, gitanos y moriscos fueron perseguidos por el nuevo
orden, forjado con la cruz y la espada.
Los descendientes de
los moriscos expulsados no han olvidado aquella afrenta que
transmiten de padres a hijos. Un manuscrito del alfaquí
Mursia, familia que conserva su apellido español, la recuerda
así: «No ha conocido el Islam, desde la venida de
Nuestro Señor Mohammad, una persecución tan implacable
como la ejercida por la Tirana de Castilla». Así es como
llama a Isabel la Católica, a quien considera principal
responsable de esta tragedia: «Hubo alquerías donde los
musulmanes se negaron a abrazar la religión de la Cruz y se
rebelaron, pero el Tirano, esposo de la Tirana de Castilla, se
encargó de aplastarlos con sus tropas, en una cruenta lucha en
la que los hombres fueron quemados vivos y las mujeres y lo niños
reducidos a la esclavitud». La situación se hizo
insostenible cuando el cardenal Cisneros, por mandato de la reina,
les obligó a renegar de su cultura y de su fe: «Un
edicto ordenaba la entrega a la autoridad de todos los libros
arábigos, amenazando con severos castigos a los que no lo
hicieran, lo que puso a los cristianos en posesión de miles de
libros del Corán y otras ciencias, que fueron quemados en una
plaza pública de Granada a la vista de todo el mundo, Alah nos
libre de gente capaz de cometer tamaña atrocidad». Más
tarde, nos dice el alfaquí Barhun, Cisneros convocó a
los musulmanes para convencerlos del error de su fe y a los que no
lograba convencer, que eran la aplastante mayoría, los
conducía al alto tribunal de la Inquisición: «Quienes
caían en las garras de este tribunal, no tenían
escapatoria».
Despojados de tierra y casa, prohibida su
lengua, proscrita su forma de orar, de vestir de comer , incluso los
más resistentes se vieron empujados a emprender el camino del
exilio y, en muchos casos, tuvieron que irse con lo puesto. Más
de un millón de musulmanes de origen andalusí viven
actualmente en Marruecos y la mayoría, como el hispanista
Mohammad Ibn Azzuz Hakim, conservan celosamente su cultura vernácula:
«Tengo a mucha honra ser descendiente de una familia que vivió
en la villa de Cariatiz (provincia de Almería) y en cuyo árbol
genealógico figuran 14 apellidos genuinamente españoles,
como Murcia, Alicante, Redondo, Cáceres, Cárdenas,
Rellán, Ruiz, Sarriá, Segura, Vera, Marchena, Ponce,
Sobras y Abril». Según Azzuz Hakim, el mayor
quebrantamiento de las Capitulaciones de 1491 fue el Edicto del 14 de
febrero de 1502, por el que los Reyes Católicos disponían
la expulsión de los musulmanes granadinos, dándoles un
plazo de dos meses para marchar hacia el exilio. Muchos de ellos
fueron desposeídos de sus bienes, especialmente la plata y el
oro, y tuvieron que malvender sus propiedades. Otros, cerraron las
puertas de sus casas y se llevaron las llaves con ellos. Algunos,
todavía las conservan como una reliquia familiar. El
hispanista marroquí ha pedido al Rey de España que
presida en Granada un acto de desagravio hacia los musulmanes
andalusíes, en reparación de aquella expulsión
injusta e ilegal que sufrieron sus antepasados hace cinco siglos. Un
acto parecido al que ya presidió Juan Carlos I en 1992, con
motivo del V Centenario de la expulsión de los judíos
sefardíes: «Ambos colectivos tienen el mismo derecho
moral a recuperar su identidad histórica en el Estado de
Derecho de la España plural de nuestros días y a que se
reconozca públicamente el viejo error cometido». Pero,
de momento, Azzuz Hakim no ha obtenido respuesta.
Más
bien todo lo contrario. Lejos de reconocer la felonía y pedir
disculpas, algunos políticos celebran la traición al
pacto de las Capitulaciones. El Ayuntamiento de Granada sigue
organizando el Día de la Toma con la parafernalia, militar y
religiosa, propia de una Cruzada. Y más todavía. La
Comisión Estatal de V Centenario pone todo su empeño en
vanagloriar a Isabel la Católica, a pesar de la durísima
represión que desató contra judíos, gitanos y
moriscos, que aún la recuerdan como la Tirana de Castilla.
Semejante despropósito sólo merece nuestra más
rotunda matización. El incumplimiento de la palabra dada en
unas Capitulaciones deshonra a la reina. Un Estado de Derecho y
democrático, como el nuestro, no puede legitimar aquella
injusticia e ilegalidad histórica. Las Comisiones de los V
Centenarios deben de servir para organizar actos de revisión
histórica que contemplen las luces y las sombras de los
personajes conmemorados. En esta ocasión y una vez más,
se vuelve a dividir a los granadinos entre vencedores y vencidos, y
Granada pierde otra oportunidad de convertirse en ciudad-símbolo
de encuentro multicultural.