Activista social en la guerra civil y bajo el franquismo. Almería 1920-2013. Con su nombre en 2018 se funda una asociación para la memoria histórica
Tomado de la página de Facebook Asociación Memorialita Petra Álvarez, entrada del 11 de junio de 2018.
Por Sofía Rodríguez López. Madrid, 9 de mayo de 2018.
PONER FOTO DE PETRA Y, VER SI LA DE CARRICONDO.
En cualquier
caso, todos ellos destacaron por las convicciones republicanas del
abuelo Antonio, siendo su militancia de izquierdas muy temprana.
Entre los mayores, Carmen fue encarcelada por sus ideas anarquistas.
A su salida de prisión consiguió trasladarse a Sevilla y reunirse
allí con su marido, que se hallaba entonces en Senegal, donde
terminaron marchando para pasar luego a Venezuela y Panamá. Le
seguían después Rafael, Paquita, Elvira y la propia Petra.
En su
casa recibían varios periódicos comos Tierra y Libertad, y el Mundo
Obrero que conseguía en la Plaza Duimovich y ella repartía en la
puerta de la plaza: “¡Mundo Obrero! Órgano Central del Partido
Comunista”. Durante la guerra, Petra se mantuvo cercana tanto de
las Juventudes Libertarias, con las que simpatizaban sus hermanas y
amiga Encarnita Magaña, como a la Unión de Muchachas antifascistas,
controlada por el Partido Comunista, aunque nunca llegó a afiliarse
a ninguna organización política. Sí que acudió al frente a
llevarles comida a los milicianos de Pitres y Vélez de Benaudalla.
Cuando los bombardeos amenazaban los barrios más pobres de
Almería, todas acudían al refugio antiaéreo del manicomio, ubicado
cerca de la casa familiar que le confiscaron en 1939, obligándolos a
refugiarse en el corral de la burra.
Su hermano Rafael, afiliado
a la FAI, se fue voluntario con 23 años al “Batallón Floreal”,
junto a su amigo José Hernández Ojeda (el marido de Encarnita
Magaña). Ambos tenían una fotografía de Buenaventura Durruti y
Enrique Malatesta, y Rafael combatió más tarde en el frente de
Teruel. Al término del conflicto fue conducido al cuartel de la
Guardia Civil de Gérgal y poco después al Ingenio, de donde salió
en el camión conocido como “la leona” para ser fusilado en las
puertas del cementerio de Almería.
Poco antes, Pepe Hernández
condujo a Encarnita Magaña hasta la casa de los Álvarez para
esconderse. Allí se encontró con una segunda familia, comprometida
con sus mismos ideales. Petra colaboraría incluso en la divulgación
del “parte inglés” -los comunicados de la BBC sobre la marcha de
la II Guerra Mundial- entre sus conocidos y los presos políticos. A
su madre se lo hizo llegar en la puntilla de unas zapatillas,
envueltas con esparadrapos.
Tras el definitivo encarcelamiento de
Encarnita en 1941, Petra acudió al domicilio de ésta en la Calle
Granada, de donde se llevó las dos máquinas de escribir con las que
transcribían “el parte inglés”, para deshacerse de ellas y toda
la documentación comprometedora en la Estación Sismológica ubicada
en el Barrio de Los Ángeles.
A partir de entonces y durante
demasiados años, la Guardia Civil obligaría a Petra a presentarse
varias veces al día en el cuartel de Vicente Carricondo Herrera. Los
delatores del Barrio Alto, como Antoñico “El Confitero”, la
denunciaban continuamente a Falange, condenándola a maltratos
continuos. En uno de sus encuentros, Carricondo la empujó contra un
banco de granito y perdió un pecho, porque los facultativos que la
atendieron en el Hospital Provincial le pedían un dinero que Petra
necesitaba para atender a sus presos: sus padres, otras tres hermanas
y su cuñada… que en 22 horas perdieron a tres de sus hijos en la
misma cárcel por hambre. Otro enfermó de difteria y aunque Petra lo
llevó a la consulta de don Antonio Herrera, en el mismo autobús de
vuelta se le murió con cinco años.
Foto Foto del Blog de la Asociación retirados de la Guardia Civil de Tráfico. Vista Junio 2018
Con toda su familia entre
rejas y sin ayuda de nadie, por el miedo de sus propios vecinos y
correligionarios a acercarse a una gente tan señalada, Petra se vio
obligada a acudir a la tienda-asilo, donde las monjas les daban
arroz, lentejas “con cocos” y fideos con boquerón, por Semana
Santa”, que hizo enfermar a los pequeños y Anita, la hija de su
hermano Rafael. También tenía que guardar algo para llevar hasta
Gachas Colorás, donde se encontraban su progenitora y hermanas,
Carmen, Paquita y Elvira. Esta última llegó a recorrer hasta siete
penales, acusada nada menos que de irse al frente con el General
Miaja. Su cuñada se encontraba en mejor situación, por ser madre
lactante. La mayor, doña Francisca Rodríguez, permaneció allí
tres años, al cabo de los cuales salió desterrada hacia Viator,
donde estuvo otro año más con su marido, pero sin sus hijos, y es
que en el expediente militar que les instruyeron a ambos, fueron
acusados de “engendradores de monstruos”.
Las penalidades por
las que tuvo que atravesar Petra en los momentos más duros del
hambre y la represión de posguerra son incontables. Siempre según
su propio testimonio, la condujeron hasta tres veces al cementerio
con una manta para simular su fusilamiento y reírse de ella…
Antonio Pérez, miembro de la Guardia Civil de Los Molinos era quien
solía amenazarla con el “paseo”, mientras la subían al coche y
la dejaban allí tirada de madrugada. También la pelaron dos veces,
una más que a su propia madre, a quien “El Caracolero”, Juanico
“el de Alhama”, le puso un lacito rojo con un poco de alquitrán
para ridiculizarla…
Cobijados en el corral, pero sin cartillas
de racionamiento, burra, ni carro, Petra tuvo que meterse en una casa
a trabajar para comer y dar parte de los restos destinados a las
gallinas, a sus pequeños Antonio y Alberto, que seguían descalzos y
muertos de hambre. También estraperlaba con harina de maíz, con
panizo tostonero, con patatas o acelgas de los hortelanos que
conocía. Entraba en la iglesia del manicomio y se llenaba los
bolsillos de las algarrobas del mulo para llevárselas a sus niños…
…Las estrategias de resistencia y gestos de oposición política
de Petra Álvarez y sus hermanos son incontables y cargadas de
anécdotas, que no vamos a reproducir aquí, pero que merecen un
total reconocimiento histórico, como símbolo de tantas familias
condenadas por su ideología por la dictadura franquista…
Cuando
la situación económica de Almería mejoró, gracias a la
colonización agraria, el padre de Petra y sus hermanos menores, que
seguían solteros, recuperaron el negocio familiar y pudieron
recomponer su precaria situación gracias a que la dictadura
necesitaba de sus flores para sus ritos religiosos y la Semana Santa…
Incluso entonces Petra se negó a poner los ramos en la cruz de los
caídos que encargaba Carmen Góngora y la Sección Femenina.
En
la clandestinidad de los años centrales de la dictadura, Petra
siguió recibiendo el Mundo Obrero desde Barcelona y distribuyéndolo,
como otrora el Parte Inglés, entre sus conocidos de Almería y
Granada. Quien la puso en contacto fue “un amigo”, Pepe Lores
-pareja de su hermana Elvira-, con quien dio su primer viaje a
Barcelona con 19 años… “era yo muy jovencilla y muy guapilla…
Entonces fue a la Cárcel Modelo con dinero y una documentación que
le tenía que entregar por conducto de Antonio Mota, un joven que
vivía en Las Chocillas y acabaría suicidándose… Paco Lores
Blanes -hermano de Pepe y vecino también de Los Molinos - se
convertiría, en cambio, en su pareja y el padre de su hija, aunque
ese tema era muy duro de narrar para Petra. Él se esfumó en un
barco inglés el 24 de agosto de 1941, tras pasar un tiempo en la
cárcel, y rehízo su vida formando otra familia fuera de Almería.
Petra perdería también a su hija poco después, con 14
meses.
Próxima ya la Transición, se vinculó con su hermano
Alberto al Partido Comunista. Asistió con otros compañeros de
Almería al entierro de Pasionaria en Madrid, a quien le llevó rosas
rojas, al homenaje que le hicieron por su aniversario en el Palacio
de los Deportes, e incluso acudió con Simón Sánchez Montero a la
fiesta del PC. Y ella remarcaba que siempre trató de convencer a su
gente de la necesidad de mantener a las izquierdas unidas, mostrando
con su propia trayectoria vital, era posible conciliar a todos los
antifascistas.
Sofía Rodríguez López
Dra. Historia
Contemporánea
Madrid, 9 de mayo de 2018