Álvarez De Toledo Portugal y Alfonso-Pimentel, Mariana Engracia(Oropesa, 1623 - Madrid, 1686). V marquesa de los Vélez. Con gran poder en la corte real.
Tomado del Diccionario Biográfico de Almería http://www.dipalme.org/Servicios/IEA/edba.nsf/xlecturabiografias.xsp?ref=564 Página vista el 8 de julio de 2014
Hija de don Fernando Álvarez de
Toledo y Portugal, VI Conde de Oropesa, y de doña Mencía Mª
Alfonso-Pimentel y Zúñiga, recibió una educación nobiliaria
selecta, especialmente en su faceta devota, algo que la marcaría
toda la vida. Se casó con su primo hermano don Pedro Fajardo y
Alfonso-Pimentel, V marqués de los Vélez, por entonces Virrey de
Valencia. En 1635 la pareja se trasladó a Zaragoza. En la capital
maña doña Engracia Toledo fue aquilatando su acendrada devoción,
fervor que creció cuando se trasladó en 1638 a Navarra, con motivo
del nombramiento de su esposo como Virrey para participar en la
campaña de Fuenterrabía, guerra que le generó una particular
religiosidad. Estas plegarias para salvar la vida de su marido
aumentaron cuando éste se desplazó como Virrey a Cataluña para
hacer frente al alzamiento armado, fechas en las que ambos residen en
el Palau Requesens, propiedad de los Fajardo en Barcelona. Allí la
pareja sufriría el primer gran trauma, cuando el 23 de enero de 1641
el Marqués fue derrotado en la batalla de Montjuich y era
fulminantemente destituido de su cargo.
Alojados en Valencia,
ambos padecieron la Deshonrosa y la caída en desgracia ante el
pariente de doña Engracia, el conde-duque de Olivares, quien aquel
año destinaba al Marqués a la embajada en Roma sin empleo ni
sueldo. Durante su estancia italiana, entre 1641-1643, doña Engracia
aquilata definitivamente su piedad, adquiriendo la afición por
coleccionar reliquias de santos y santas, gusto que le introdujo su
pariente, el duque de Alcalá de los Gazules, en una visita que le
hizo a la Ciudad Eterna. Finalmente, y tras la caída del valido, en
1644 el Marqués es nombrado Virrey de Sicilia en Palermo,
desplegando en esta ciudad toda su acendrada vida devota por su
repuesto status social y feliz vida familiar. Al fallecer su esposo,
en 1647, doña Engracia se recluye en el castillo de Vélez Blanco
(Almería), villa de su esposo que en su día le entregó en dote.
Mientras sus hijos alcanzaban la mayoría de edad, dirigió la
gestión de los estados velezanos.
Al tiempo, doña Engracia
marcó su personal visión religiosa en su estado, tanto que, además
de sufragar los conventos de su jurisdicción, fomentó el desarrollo
de otros, como la constitución en 1651 del convento franciscano de
San Antonio de Padua de Cuevas del Almanzora, y de Ntra. Sra. de los
Dolores, de Albox. Además, cuando a mediados del siglo XVII el
Sureste sufrió una mortal peste, la marquesa viuda de los Vélez se
trasladó a Baza y se preocupó por cortar la enfermedad en sus
estados regalando reliquias de su colección a sus villas: Santa
Rosalía de Palermo, a Vélez-Blanco, y San Felipe Mártir, a Mula.
Pocos años después, con el apoyo del primo de su marido, el VIII
conde-duque de Benavente, logra que el valido, don Luis de Haro, la
introduzca como dama de honor en la casa de la Reina, con quien
compartía su especial religiosidad, llegando a ser nombrada Camarera
Mayor en 1659. Poco después fue designada para ser Aya del futuro
Carlos II.
La marquesa viuda de los Vélez se convirtió desde
1661 en una mujer muy influyente en el palacio del Buen Retiro. Poder
que aumentó a partir de la muerte en 1665 de Felipe IV y de la
regencia de doña Mariana de Austria. Esta posición de poder en el
mundo áulico le permitiría concertar el matrimonio su hija Mª
Teresa Fajardo con el heredero del VII duque de Montalvo; entregar en
nombre del Rey el Toisón de Oro al embajador austríaco y la
designación de su hijo, el marqués de los Vélez, Gobernador de
Orán y Mazalquivir, primer destino que le dio brillantez a la
carrera que tutelaría desde palacio su madre. Su influencia y su
consejo a la Reina regente siguieron siendo claves aun cuando,
después de cumplir Carlos II los diez años dejó de ser su Aya.
Así, consiguió que su hijo obtuviera el cargo de Virrey de Cerdeña
y diferentes mercedes para sus familiares y allegados. Sin embargo,
la cada vez más creciente influencia de Valenzuela y la marquesa de
Villanueva de Valdueza terminarían por cambiar la actitud de doña
Engracia. Así, cuando a finales de 1675 -ante la próxima mayoría
de edad del príncipe para reinar- doña Mariana de Austria urde
prolongar dos años más la Regencia, la de Vélez opta por apoyar a
sus detractores. Las posibles ventajas de estar al lado del niño que
había cuidado tantos años, aconsejaron que ejerciera toda su
influencia sobre el príncipe. Falleció el 1 de julio de 1686 en su
palacio madrileño, desplegando en su última voluntad todo un legado
religioso digno de su fervor. Entre las piezas claves que dejaría a
su hijo estuvo la Virgen de la Leche, traída de su etapa italiana y
que se trasladaría al señorío de Los Vélez, donde se levantó una
ermita bajo dicho título.
SÁNCHEZ RAMOS, Valeriano (2005).
OL SANTALIESTRA, Laura
(2006).
SÁNCHEZ RAMOS, Valeriano (2006).
INSTITUTO DE ESTUDIOS ALMERIENSES
Información Más detallada en: Valeriano Sánchez Ramos. El poder de una mujer en la corte: La V Marquesa de los Vélez y los últimos Fajardo (segunda mitad del S. XVII). REVISTA VELEZANA. Vélez Rubio (Almería). Nº 25, 2006, p. 19-65. ,http://www.velezrubio.org/revistavelezana/pdf/revistas/25/003MujerCorteInv.pdf Página vista el 8 de julio de 2004 , enlace externo.