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Soledad Areales Romero

Villaviciosa-Córdoba (1850)-Villa del Río-Córdoba (1909) Maestra librepensadora, feminista, Escritora, perseguida por sus ideas y actuaciones.



Catalina Sánchez recupera la memoria de Soledad Areales.  RAFAEL CASTRO AVILA

«Soledad Areales, Una Andaluza».  Manuel Almisas

Soledad Areales en Rebeldes Periféricas...    Ana Muiña

Soledad Areales «Una Andaluza», maestra y poetisa librepensadora cordobesa. Hablo de mujeres (compensar la historia)

La maestra castigada por sus columnas contra el poder.  Cordobeses en la historia.


Catalina Sánchez recupera la memoria de Soledad Areales

Artículo del diario Córdoba de 29 de Agosto de 2005. Página vista el 5 de Noviembre de 2011, Pinchar aquí para verlo en su ubicación original

RAFAEL CASTRO AVILA 29/08/2005

Fue una maestra librepensadora de los siglos XIX y XX

La investigadora villarrense Catalina Sánchez García presentó la noche del pasado sábado, en el salón de plenos del Ayuntamiento de Villa del Río, su cuarto trabajo bibliográfico editado por la delegación de Hacienda y Participación Ciudadana de la Diputación, titulado Tras las huellas de Soledad Areales , en el que recupera la memoria histórica de esta maestra librepensadora, rescatándola del olvido como acto de justicia y reparación moral.

Catalina Sánchez afirmó que "Soledad Areales fue una mujer no sólo desconocida y olvidada, sino deliberadamente silenciada, que también fue acusada de impía y, por tanto, perseguida, calumniada, vilipendiada y maltratada". Este trabajo, de 436 página, recobra la historia de esta mujer, nacida en Villaviciosa en 1850, que llegó a ser maestra de una escuela de niñas en Villa del Río desde 1877 a 1909 y escritora. Faceta esta última que realizó, fundamentalmente, a través de numerosos artículos periodísticos publicados en los semanarios librepensadores Los dominicales de Libre Pensamiento y La conciencia libre , fundados y dirigidos por Ramón Chíes y Belén Sárraga, respectivamente, de los que Soledad Areales fue colaboradora.

«Soledad Areales, Una Andaluza»

Artículo de Manuel Almisas. Pdf de 10 paginas. Pincha aquí para acceder al mismo

Soledad Areales en Rebeldes Periféricas...

Ver en Mujeres relacionadas con Andalucíaen el libro de Ana Muiña, “Rebeldes Periféricas del Siglo XIX”.

Soledad Areales «Una Andaluza», maestra y poetisa librepensadora cordobesa

Tomado de

http://hablomujeres.blogspot.com/2020/09/soledad-areales-una-andaluza-maestra-y.html url vista 19/12/2921 en el Blog Hablo de Mujeres (Compensar la Historia)


martes, 8 de septiembre de 2020

Soledad Flora Areales Romero, nació en noviembre de 1850 en la localidad cordobesa de Villaviciosa. Su padre y madre eran unos humildes maestros de instrucción primaria, que en 1870, tras el nacimiento de su décima y última hija, María, deciden abandonar la docencia e instalarse con su numerosa prole en Córdoba, montando una fábrica artesana de hacer fideos, que lleva entre toda la familia. En ese momento Soledad tiene 20 años y comenzará en la capital sus estudios de Magisterio.

En 1873 falleció su padre y ella como hija mayor tuvo que hacer el papel de segunda madre, preocupándose sobre todo de educar a sus hermanas más pequeñas, Concha, Carmen y María.  Aún así, Soledad terminó sus estudios en la Escuela Normal de Maestras y opositó -obteniendo el número 1- para conseguir una plaza de maestra.

En julio de 1877, con 27 años de edad, Soledad Areales llegó a Villa del Río (Córdoba) para encargarse de la Escuela nº 2 de niñas de la localidad. Le acompañaban sus hermanas pequeñas Carmen (10 años) y María (7 años), y su hermana Concha de 14 años a la que Soledad preparaba para su ingreso en la Escuela Normal. En Córdoba quedaron su madre y el resto de hermanos mayores.

En esos primeros años Soledad se encargó de su escuela, de hacer de madre de  sus hermanas y aún tuvo tiempo para seguir estudiando, consiguiendo el título de Maestra Superior en 1879. Además, su hermana Concha entró en la Escuela Normal y en 1883 ya era maestra en la localidad cordobesa de Almedinilla.

En 1887, tras la Ley de Asociaciones del primer gobierno liberal de Sagasta, y la aprobación del Sufragio Universal masculino en el siguiente bienio de Sagasta, en 1890, los republicanos cordobeses se llenaron de optimismo y energías, de forma que obtuvieron una importante victoria en las elecciones a diputados provinciales en 1890, y en las municipales de Córdoba del año siguiente obtuvieron once concejales. Este clima de euforia hizo que Soledad Areales comenzara a destacar en los ambiente republicanos y obreros de su pueblo, «saliera del armario» (como dice su biógrafa Catalina Sánchez) y diera inicio a los problemas con los caciques locales, la jerarquía eclesiástica y las beatas del pueblo.

Precisamente, en los primeros poemas que publica en Las Dominicales del Libre Pensamiento (Madrid), «¡Nunca!», en el mes de junio de 1891, y «A mis detractores de ambos sexos», en el mes de noviembre del mismo año, Soledad ya se defiende de las censuras a que es sometida en Villa del Río, por no cumplir con las obligaciones católicas y por simpatizar con las ideas librepensadoras y republicanas, algo totalmente «inadmisible» para una maestra de niñas. Debido a ese ambiente enrarecido y a la persecución que sufre, estos primeros trabajos los firmará con el seudónimo «Una Andaluza». Amalia Domingo Soler  debió simpatizar con esta mujer, ejemplo de persecución del librepensamiento, y publicó estos dos poemas en su revista espiritista y librepensadora «La Luz del Porvenir».

Pero este anonimato duró poco y en agosto de 1892 ya sale a luz su verdadero nombre y asociado a Villa del Río, cuando dona 5 pesetas a la organización del Congreso de Librepensadores que se iba a celebrar ese año. Y por si esto no fuera poco, su siguiente trabajo en noviembre de 1893, en recuerdo del fallecido Ramón Chíes, lo firmará como lo hará siempre a partir de ese momento: Soledad Areales (Una Andaluza).

Las presiones continuarán y poco después hubo un intento de la Inspección educativa, aliada con el Obispado y con el alcalde,  de abrir un expediente contra ella. Soledad escribirá sobre esta persecución su poema «A Perico» (enero de 1894) y asegurará que uno de los motivos era el hecho de que colaboraba con Las Dominicales.   Esta «inicua persecución» a que fue sometida encontró un firme defensor en el diario El Porvenir de Bujalance que inició una campaña para que los padres y madres de las niñas de la escuela de Soledad acudieran en su ayuda, «pues no podían tener mejor maestra», culta e ilustrada. 

Soledad Areales comenzó a colaborar para La Luz del Porvenir con más asiduidad, hasta tal punto que en el ejemplar del 23 de mayo de 1895 escribía una carta abierta, en forma de poema,  dirigida «A mi querida amiga, Amalia Domingo Soler». Al día siguiente también se publicaba en Las Dominicales. En esta época la redactora de la revista era Belén Sárraga, motivo por el cual Soledad será una de las colaboradoras con las que contará para la revista feminista que estaba pensando publicar, y que lo consiguió en junio de 1896, La Conciencia Libre. A partir de ese momento, Soledad y Belén se convertirán en compañeras, en amigas y en casi hermanas.

La situación de la «impía» maestra de Villa del Río no fue mejorando. Los nuevos artículos en La Conciencia Libre fueron motivo de nuevos escándalos. A lo que se sumará el entierro civil de su hermana María que fallecía en mayo de 1898 como resultado de una tuberculosis intratable. Precisamente, Soledad Areales fue la artífice de que en Villa del Río se construyera un cementerio civil. El entierro laico fue un acontecimiento multitudinario, con banda de música y numeroso público proveniente de Córdoba y de otras localidades vecinas; por supuesto, de Villa del Río fueron la mayoría de los cientos de asistentes, demostrando con ello la gran simpatía que sentían hacia Soledad Areales. Por el contrario, fue un auténtico mazazo para los intolerantes y fanáticos neocatólicos del pueblo, y estaban esperando la ocasión para destruir a Soledad y apartarla de la escuela de niñas.

La ocasión llegó aprovechando el mitin que dio Belén Sárraga en Córdoba el lunes 6 de noviembre de 1899. Al ser lectivo, Soledad no pudo asistir, pero al final del acto una hermana leyó en su nombre el poema «A mis hermanos en ideas». La prensa de Córdoba ayudó a la confusión al escribir el nombre de la maestra que subió a la tribuna a leer el poema como «J. Areales», y a pesar de que después la propia Soledad aclaraba que había sido su hermana Carmen Eugenia, también maestra, la reacción se volcó en una nueva campaña de «acoso y derribo». La acusación: se había ausentado de la escuela para ir al mitin de Córdoba.  El Gobernado civil entró en acción y el rector de la Universidad le abrió un expediente por abandono del trabajo con el resultado de dieciocho meses apartada de su escuela y con medio sueldo. Soledad tuvo que vivir de la caridad de sus hermanas y hermanos, mientras se empeñaba en un largo proceso de apelaciones.

 Soledad Areales tuvo una constante muestra de simpatías y de apoyo desde el mundo republicano y librepensador. Por ejemplo, en Córdoba se constituyó en enero de 1900 la sociedad obrera «Amigos del Progreso», que nombraron a Belén Sárraga como presidenta honoraria, y a Soledad Areales como «vicepresidenta honoraria».

    Finalmente, en 1902, tras haber ganado sus múltiples recursos, Soledad siguió siendo la maestra de niñas de Villa del Río, pero como dice su biógrafa, Doña Catalina, se vio envuelta en una maraña burocrática, con continuas pegas para cobrar los atrasos que le debían, y Soledad concursó esos años 1902 y 1903 para salir del pueblo, sin conseguirlo.

    Estando en un estado de desesperación y abatimiento moral, vivió el momento histórico para los republicanos:  la Asamblea del 25 de Marzo de 1903, donde se fundó la Unión Republicana. Ese fue el único momento en que se conocerá un aspecto de su militancia o implicación política. Envió su adhesión a la Asamblea Magna, en unión de otros republicanos de Villa del Río, y ella fue elegida por la Junta Organizadora provincial, a iniciativa de la Junta Nacional, para constituir la Junta Republicana Municipal de Villa del Río.  La noche del 28 de abril de 1904 se constituyó en su casa la Junta Local Republicana, siendo elegido como presidente el veterano luchador Pedro Criado Molleja. 

    Belén Sárraga y Soledad Areales se habían prometido en abril de 1901, viviendo ya Belén en Málaga,  que se intercambiarían una visita, pues su relación era más que cordial, casi de hermanas. Pasaron los años y no se produjo. Pero en marzo de 1905 Belén se bajó del tren en Villa del Río y se fue a visitar a su amiga. Soledad no le permitió que fuera una visita corta, de horas, solo para reencontrarse y saludarse. Tenía que aprovechar la ocasión de tener a belén en el pueblo. De forma exprés, con la ayuda de otros republicanos del pueblo, organizaron un mitin multitudinario aquella misma noche en el Teatro de la Villa. Soledad presidió el acto y presentó a su amiga y correligionaria desde hacía tantos años. El mitin fue apoteósico e histórico en la pequeña villa cordobesa. Así lo describí la propia Soledad Areales en la crónica que escribió en Las Dominicales el 28 de abril.

La alegría desbordante por la visita de Belén y por éxito del mitin organizado pronto se convirtió en un nuevo calvario y una nueva caza de brujas. El acto fue denunciado como anticlerical y la Junta Local de primera enseñanza, con el Cura Párroco a la cabeza, descalificaron públicamente a la «cínicamente impía» maestra, considerando de lo más pernicioso que siguiera su labor como maestra en el pueblo. De nuevo resultó en un expediente que terminó en el Rectorado y con la cesantía de la maestra y la suspensión de empleo y medio sueldo. El alcalde hizo efectivo este fallo el 5 de mayo de 1905, y Soledad Areales dejó de ser por segunda vez la maestra de Villa del Río. Tenía 55 años y con 28 años de servicio en el pueblo.

Siguieron meses de apelaciones y nuevas apelaciones ante instancias cada vez superiores, hasta que en 1909 el Tribunal Supremo desestimó el recurso de Soledad y quedó apartada de la docencia para siempre

Soledad Areales, Una Andaluza, dejó de publicar en los medios republicanos y librepensadores, se refugió en Villa del Río ayudado por queridos vecinos del pueblo, y quedó en el olvido para siempre. No se conoce la fecha de su defunción, pero Catalina Sánchez, siendo una niña, descubrió la lápida irreconocible en el que fue antiguo y abandonado cementerio civil de Villa del Río. 

Las Mujeres tienen su Historia, es indudable, y Soledad Areales debe tener un lugar de honor en dicha historia.

*****

Fuentes: los semanarios Las Dominicales del Librepensamiento, La Luz del Porvenir y La Conciencia Libre, principalmente.

Bibliografía: «Tras las huellas de Soledad Areales», de Catalina Sánchez García. Ed. Diputación de Córdoba, 2005.

«Soledad Areales, Una Andaluza», artículo de Manuel Almisas (pdf):

https://drive.google.com/file/d/1gVm5WCcXSgYpOVIKcb6sRfiOqQNsZ-md/view?usp=sharing


La maestra castigada por sus columnas contra el poder

Artículo de eldiadecordoba.es de 3 de octubre de 2010. Página Vista el 11 de noviembre de 201, Para verlo en su ubicación original pincha aquí.

Cordobeses en la historia

Soledad Areales Romero fue la primera de diez hijos de dos maestros librepensadores, apostó por aquellos presupuestos ideológicos y fue borrada de la memoria oficial y de las hemerotecas.

MEZCOLANZA de sangres de Espiel, Pozoblanco y Villaviciosa llevaban Rafael Areales y Carmen Romero, maestros de escuela de este último pueblo y padres de 10 hijos que siguieron sus pasos en la docencia, a excepción de un procurador y un militar. La mayor, nacida el 27 de noviembre de 1850, fue la primera en entrar en la Escuela de Magisterio, después de trasladarse todos a Córdoba y abrir una industria de fideos en la que ayudaban los jóvenes. El trabajo impidió salir a Soledad de "la opresiva y sofocante atmósfera provinciana de la Córdoba de la época", a juicio de Catalina Sánchez García, quien rastreó su huella por la memoria oral, los archivos de Villa del Río y la Escuela de Magisterio de Córdoba o la Biblioteca Universitaria de Sevilla. El resultado es una exhaustiva biografía, Tras las huellas de Soledad Areales (Diputación 2005), en la que lamenta que tras el paso de don (¿?) Bruno, en el 36, no quedara huella de los escritos de Soledad. Logró rescatar, no obstante, poemas y artículos de una valentía desbordante, bajo el seudónimo de Una Andaluza primero, y con su nombre luego, conjugando el magisterio en Villa del Río con una extensa e intensa labor en la prensa de dentro y fuera de Córdoba.

Librepensadora y anticlerical, amiga de Salmerón y de Belén Segarra, firmó junto a Concepción Arenal o Ángeles López de Ayala en La Conciencia Libre, iniciando en su escuela el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza de don Nicolás. A la muerte de su hermana pequeña, María, organizó el primer entierro laico, con música, multitudinario y "fuera del seno de la Iglesia Católica". Como otras actuaciones suyas no gustaron al Vicario de Villa del Río, Manuel Parra, quien confió en "convertirla", dice Sánchez, y acabó acosándola hasta que ella le declaró su ideal abiertamente. Más tarde la maestra le escribió una epístola, reproducida en cinco páginas de Tras la huellas de Soledad Areales. El valioso documento es en sí mismo un tratado sobre la libertad y una declaración de principios acerca de su ideal del ser humano exento de prejuicios, hipocresía y alienaciones religioso-culturales. Destila ironía y va creciendo en desprecio hacia lo que el Vicario representa. Le ruega que no se preocupe por el sitio de su cuerpo una vez muerta: "¿Y si por casualidad ocurriera antes un trueno muy gordo, se proclamase la República, se separase la Iglesia del Estado…? Porque todo pudiera ser". En otro párrafo coincide con los versos del Arcipreste de Hita ("…pero, al fin, por dinero otorgan los perdones,/absuelven los ayunos y ofrecen oraciones."), al decir que si "depositase cincuenta duritos y dos fanegas de trigo para funerales", ya se ocuparía el cura de que en su sepelio no faltaran "la solemnidad de las tres capas". Finalmente amenaza con irse "el mejor día a la prensa y en las columnas de cualquier periódico ilustrado servirle las más nutridas salvas de honor".

El Vicario escribe al Obispado acusándola de haberse confesado no católica y de escribir artículos y versos anticlericales ("…el Dios con que te asusta ese embustero/y el que llamo mi Dios."). Va creciendo su expediente en Córdoba hasta que en agosto de 1899 el Alcalde y Presidente de la Junta Local de Instrucción Primaria del pueblo, refrendado por el nuevo párroco, Isidoro Osuna, firma un documento de cese de empleo y medio sueldo.

Sumergida en una situación de extrema precariedad, comienzan sus incontables recursos, las pruebas y acusaciones falsas contra ella, las adhesiones de la Asociación Cordobesa de Amigos del Progreso, de padres de alumnas, de Belén Sárraga y de una veintena de masones, con 140 firmas a su favor. Todo en vano.

Reproduce su biógrafa un manuscrito del 11 de febrero de 1901 dirigido al Rector de la Universidad Literaria de Sevilla que, como todos, "cayó en saco roto". El documento sintetiza la terrible persecución y descrédito que daría título a sus memorias: El Calvario de una maestra.

El recurso denuncia a "algunas autoridades", sus "coacciones, atropellos" constantes y, "por último, injurias y calumnias"; se quejaba de que todos esos extremos no hubieran sido transcritos en el expediente incoado por el rectorado, y lo emplaza a trasladarlo a los tribunales. Niega haber escrito una carta anónima a Juan Osorio, y cuenta que éste la acusó de calumnia a la Historia Sagrada, apunte que invita a pensar en su posible adscripción masónica y en los Evangelios Apócrifos. Termina pidiendo que publiquen el expediente en la Gaceta Oficial y se atiendan sus reclamaciones "y el derecho legal que le asiste". Incide en que su causa se traslade a la justicia ordinaria, y esta juzgue también a los funcionarios "que han lesionado sus derechos". Habían pasado siete años. En 1907 sigue peleando hasta que los tribunales absuelven a la Administración Central del Estado de una de las últimas demandas interpuestas contra ella, en sentencia ya inapelable. Una losa de silencio cae en la maestra y su obra. Sobre su memoria vierte el poder la sosa cáustica de la represión y se pierde su huella hasta 1932, en que la Segunda República recuperó su tumba y rotuló una calle con su nombre, que desaparecería en 1937. Había muerto en 1909. Dos décadas después, una niña de Villa del Río descubrió su lápida en un osario, anduvo Tras las huellas de Soledad Areales y nos la rescató del olvido.