Le dio nombre a una calle de Sevilla desde 1887, desde, al menos, 1923 a 2017 masculizaron el nombre.
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Tomado de http://archivomunicipaldesevilla.org/eustaquio-barron-era-eustaquia/ Página visa 2l 27 de diciembre de 2017
Historia
Hace unos días leíamos en la prensa que se había detectado un error en la rotulación de la calle Eustaquia Barrón que aparece como Eustaquio Barrón, un personaje que no existió, y de cómo en Defensor del Pueblo le pide al Ayuntamiento que lo corrija.
Aniceto Sáenz y Barrón, natural de Villanueva de Cameros (Logroño), llegó a la ciudad de Sevilla en torno a 1871, en la que ejerció de comerciante y constructor de inmuebles. Falleció en esta ciudad en 1903.
Adquirió la Huerta de los Toribios, situada entre las calles Rubio, Torreblanca y el Muro de la Macarena; ya en 1884 está urbanizando su propiedad para la construcción de viviendas. Abre cuatro nuevas calles, que en 1887 rotuló con su propio nombre, Aniceto Sáenz, el de su padre, Patricio Sáenz, el de su madre, Eustaquia Barrón y el de su hija, Antonia Sáenz.
Desde muy pronto manifestará, para poder cumplir sus objetivos urbanísticos, que el trozo de la muralla que va entre las puertas de Macarena y Córdoba supone una “infranqueable barrera”, convirtiendo a la ronda interior en “un muladar” del barrio. Para solucionar este problema propone en 1892 al Ayuntamiento un acuerdo consistente en:
Cederle al Ayuntamiento el terreno ocupado por las cuatro calles para que formasen parte de la vía pública. A cambio el Ayuntamiento se encargaría del adoquinado, empedrado, acerado y alumbrado por gas de las citadas calles. Eximiría al concesionario del pago de las licencias y arbitrios establecidos o por establecer sobre las construcciones en la vía pública. Y, se obligaría a gestionar el derribo de la muralla entre las calles Torreblanca y la puerta de Córdoba o, al menos, a abrir tres arcos o portillos en la muralla frente a las nuevas calles de Patricio Sáenz, Aniceto Sáenz, y Antonia Sáenz. Además, tendría que respetarse los nombres de las calles que el concesionario había puesto.
Esta cesión no será aceptada por el Ayuntamiento. En 1896, el propietario insistirá en la demolición de la muralla, ofreciéndose incluso a encargándose de los gastos del derribo. En 1898, vuelve a insistir en la cesión al Ayuntamiento de las cuatro calles. Estas desde entonces forman parte del viario público y han mantenido hasta la actualidad sus nombres originales, excepto el de Eustaquia Barrón que en el rótulo actual aparece como Eustaquio Barrón.
Sobre la persona de la que recibe el nombre la calle Eustaquia Barrón, parece que no hay duda, al igual que de la calle Patricio Sáenz, se trata de su madre y padre, respectivamente. La filiación que existe entre Eustaquia y Aniceto, madre e hijo, queda documentada tanto en los Libros del Padrón Municipal de Habitantes como en la partida de defunción del expediente del Cementerio de San Fernando.
Aunque no hay duda de que se trata de un error. No podemos situar el momento exacto en el que este se produjo, aunque si podemos aproximarnos a algunas fechas. En los fondos del Archivo Municipal de Sevilla, comprobamos que en un proyecto de alcantarillado aparece en masculino en 1923, que en las licencias de obras se masculiniza la calle desde 1942, mientras que en los padrones de habitantes se citan indistintamente en femenino o masculino. En la Guía Oficial de Sevilla de Gómez Zarzuela, editada en Sevilla desde 1865, aparece recogida esta calle por primera vez en 1888, como Eustaquia Barrón; mantiene su nombre correcto hasta la edición de 1942. En 1943 ya aparece erróneamente como Eustaquio Barrón.
Sobre la causa que motivo esta variación puede deberse a que lo excepcional, en ese periodo, es que se designase una calle de la ciudad con un nombre femenino; a asimilarlo en sexo a la calle Atanasio Barrón, que tiene el mismo apellido; al desconocimiento sobre la procedencia de esta mujer, además su hijo impulsor del nombre falleció en 1903, o, simplemente, a un error material. Acudiendo a la documentación conservada en el Archivo Municipal de Sevilla, comprobamos que para el Ayuntamiento de Sevilla, desde el siglo XIX, ha sido muy importante y se le ha dedicado gran esmero a la formación y mantenimiento de la nomenclatura y numeración de las calles, plazas y paseos de la ciudad. La unidad de Nomenclátor y Numeración de Estadística, entre otras actividades, atendía la asignación de nombres a las vías de la ciudad, la formación y actualización de los callejeros, la emisión de certificaciones e informes sobre los nombres y números de las calles, la subsanación de fallos y las inspecciones, arreglos y reposiciones de los rótulos que sufrían daños y desperfectos. En alguno de esas reposiciones, un simple cambio de piezas de la letra A a la letra O, y ya tenemos el entuerto.
Desde el Archivo Municipal de Sevilla, creemos que actuando de nuevo con esa meticulosidad y dedicación que el Ayuntamiento siempre ha mostrado por su callejero, hay motivos más que de sobra para que se subsane el error y vuelva a reconocérsele su nombre original, Eustaquia Barrón, y con ello se haya creado una leyenda más de la que está repleto nuestro rico callejero, De cómo la calle Eustaquia Barrón pasó a llamarse Eustaquio.