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Ana Carmona Ruiz, Nita

Málaga 1908-1940, . Mujer pionera del futbo y represaliada por ello.

La futbolista malagueña Ana Carmona (Nita) aprovechó el carnaval para hacerse una foto vestida de futbolista.

Futbolista e infiltrada: la historia de la malagueña Nita.

Tomado de Feminismo Andaluz y Mar Gallego  https://www.pikaramagazine.com/2019/02/futbolista-e-infiltrada-la-historia-de-la-malaguena-nita/ Página vista 19/07/2019. La Foto es de este artículo y en el enlace pueden verse más imágenes

Video : https://youtu.be/NDQgB8k4tFM

El fútbol femenino tiene cada vez más visibilidad (¡San Mamés acaba de batir el récord de asistencia en Europa!). Sigue sin ser fácil, pero hubo otras que lo tuvieron aún más complicado y que abrieron camino con sus transgresiones. Fue el caso de la malagueña Ana Carmona Ruiz, Nita. La primera historia que se conoce de una mujer jugadora de fútbol en el Estado español.

Hace un tiempo te contábamos la historia de Agustina González López, la escritora futurista granaína que transgredió los espacios públicos de la ciudad con los ropajes masculinos de su hermano con los que se recorría los cafés nocturnos y ganaba libertad. Ella misma se declaró “loca social” ante los insultos que recibía por su modo de vida. Hoy te traemos la historia de otra de transgresora andaluza que también sufrió castigo por sus actos.

La historia de la futbolista Ana Carmona Ruiz, más conocida como Nita, (nacida en 1908) también está llena de ingenio para transgredir y de cambios de vestuario y de dentro de él. Esta malagueña -del barrio de Capuchinos- fue probablemente la primera mujer en jugar al fútbol en un equipo del Estado español. También para poder hacerlo se tenía que hacer pasar por varón.

Según los datos que arroja un artículo de Diario Sur, Nita jugaba de joven en los partidos que se disputaban en la explanada cercana al cuartel de Artillería. Años más tarde, ese territorio pasaría a ser el campo de las Escuelas Salesianas. Ése fue su enlace para empezar a infiltrarse en el Sporting de Málaga. Su padrino fue el párroco Francisco Míguez Fernández, un gallego que fue beatificado por el papa Benedicto XVI y que creía en el lema salesiano que decía que “el deporte fortalecía el cuerpo y que el espíritu se entrenaba en el estadio de la Santa Misión”.

Para poder entrar al Club, Ana Carmona -que se subía a los árboles siempre que podía para ver los partidos- comenzó a trabajar como ayudante de masajista y se encargaba de lavar la equipación. Se la ingeniaba para jugar algunos de los partidos de los que se jugaban en casa con el equipo cambiando su aspecto. Así empezó a dar sus primeras patadas al balón en partidos oficiales.

Tras las denuncias, la jugadora recibió varios castigos por “alteración del orden público”: le raparon el pelo y fue encarcelada, lo que suponía una violencia recurrente contra las mujeres que llevaban a cabo determinadas acciones en la época. También sufrió arresto domiciliario. Su familia quedó marcada por el estigma en el pueblo y la trasladaron a Vélez-Málaga, donde también tenía familiares.

Jesús Hurtado, periodista y coleccionista, ha sido la persona encargada de estudiar y rescatar la apasionante figura de Nita que, tras ser expulsada y violentada, se trasladó a Vélez-Málaga donde sí fue un tanto mejor recibida por el equipo de fútbol, ya como mujer y donde -para pasar desapercibida- se puso el apodo de ‘Veleta’ por sus constantes “cambios de aires”. En esta ocasión no necesitó infiltrarse para jugar algunos partidos y lo hizo bajo el conocimiento de su equipo. Eso sí, siempre en los partidos que no jugaran en casa para no ser reconocida en la zona. Hasta mediados de los años 30 -poco antes de comenzar la Guerra Civil- se mantuvo jugando, lo que podía o lo que le dejaban.

Según un artículo de El Español, Nita encontró en su abuela Ana a su mejor cómplice en este viaje. Su método era simple pero sumamente efectivo. Al haber aprendido en casa corte y confección, ella misma se ajustaba el atuendo para cambiar su apariencia. Mientras jugó en el Sporting de Málaga, Nita accedía al estadio por la zona de la lavandería y luego, una vez dentro, se convertía en lo que era: futbolista.

La futbolista malagueña falleció en 1940 con sólo 32 años, víctima de una fiebre conocida como “el piojo verde”. Según Hurtado, “fue enterrada con la camiseta del Sporting de Málaga (por deseo expreso) en el cementerio de San Rafael en presencia de muchos jugadores y compañeros que compartieron con ella partidos y alineaciones ‘secretas’. Curiosamente, si durante la dictadura de Primo de Rivera estaba mal visto hasta sudar, con la Segunda República se produjo un impulso al deporte femenino que acabaría con la entrada de la Dictadura Franquista”.

La historia de Nita nos habla de cómo puede cambiar tu vida según quiénes gobiernan y de que, incluso cuando existen las restricciones más injustas, la complicidad aparece en el camino. Su veleta era tan rápida como su creatividad y astucia para conseguir lo que anhelaba. Así, para hacerse su foto de futbolista con la equipación del Sporting esperó hasta carnaval para poder tenerla. Donde habita la censura, habita también el ingenio.