Tomado de http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=684 Versión digital de la impresa: Revista de Folklore. Año 1987. Tomo 07b Revista de Folklore. Caja España. Fundación Joaquín Díaz número 80 Hechiceras e Inquisidores en Villanueva del Arzobispo en los siglos XVI y XVI Con varias referencias de interés.
Autor: AMEZCUA, Manuel. Tema: Supersticiones. Título del artículo: Hechiceras e Inquisidores en Villanueva del Arzobispo en los siglos XVI y XVII
María Hernández (1571), penitenciada por la Inquisición al fornicar creyendo que lo hacía sin pecar.
Luisa García, Ensalmadora. n. antes de 1534, investigada en 1583.
Juana Ruiz, Alcahueta, hechicera.n. antes de 1554 investigada en 1591.
Catalina Ruiz, celestina en 1589 en investigada.
Ana de Jodar. hechicera, invocadora de demonios en 1627. n Izanatoraf .
Hace ahora algo más de un año que publiqué en las páginas de
la prensa provincial un breve artículo que bajo el título de
"Hechiceras, ensalmadoras y alcahuetas en la loma de Ubeda: La
Bruja de Villanueva" (1) recogía algunas noticias referidas a
Villanueva del Arzobispo que eran, en parte, resultado de una
reciente prospección por los archivos provinciales para la busca de
casos de brujería, sortería, hechicería y otras prácticas mágicas
que tanto inquietaron a los curadores de la fe cristiana de otro
tiempo.
Nuevos datos procedentes de investigaciones en torno a la
Inquisición de Córdoba (2) me han permitido entrar otra vez en
relaciones con esa pléyade de mujeres embaucadoras, adivinas y
embusteras, dignas mantenedoras de la llama sagrada de una sabiduría
antigua en clara contradicción con los poderes y principios
establecidos.
Tres son las brujas que representan la cara oculta
de unos servicios sociales de Villanueva en una época en que estas
alternativas al dogma eran por tres veces perseguidas: por las
justicias civiles y eclesiásticas ordinarias, ya que eran fuente de
escándalo público y propagadoras de malas costumbres para el
cristiano, y por el tribunal del Santo Oficio, en tanto aparecen como
sujetos pasivos de herejía.
Sortílegas, maléficas y adivinas,
encantadoras y hechiceras y ligadoras o dadoras de bien querencias
las llamaban los obispos para justificar su incesante persecución
(3), mientras que la gente del pueblo, única beneficiaria de sus
servicios, las llamaba "mujeres sabias".
Y aún existen
hoy en día quienes aseguran oírlas amenizar las noches de San
Andrés cuando pasan montadas en sus escobas sobrevolando las
chimeneas camino de Sierra Morena, cantando eufóricas coplillas
(4):
Cuatro somos de Andújar,
tres de la Higuera
y la
que toca el pandero
de Villanueva.
LA CIUDAD CONVENTUAL
DE LAS LOMAS
Villanueva del Arzobispo se sitúa en el nordeste
de la provincia de Jaén, de cuya capital dista un centenar de Km. en
la carretera general que conduce a Albacete. En la actualidad cuenta
con algo más de 9.000 habitantes que viven fundamentalmente de la
agricultura y de algunas industrias locales.
A pocos kilómetros y coronando un escarpado cerro se alza la
antigua villa de Iznatoraf, de la que dependió en lo espiritual y
temporal hasta finales del siglo XIV que ganó la independencia y el
villazgo por la intervención del Arzobispo don Pedro Tenorio. A
partir de entonces pasaría a llamarse como hoy se la conoce,
sustituyendo el anterior nombre de La Moraleja.
Perteneciente
durante largos años al Adelantamiento de Cazorla, lo que más me ha
llamado la atención en la historia de esta ciudad de las Lomas, es
su vocación conventual. A mediados del siglo XVIII, por ejemplo, en
que la población de vecinos ascendía a 824, más de un centenar de
ellos eran eclesiásticos, entre clérigos y religiosos (5). Su
población y su término han dado cobijo a comunidades de Dominicas,
Descalzos, Trinitarios, Franciscanas, Basilios y más recientemente a
las Hijas de Cristo Rey y las Hermanitas de Ancianos
Desamparados.
Destaca la antigua Abadía de la Fuensanta,
extramuros de la población y que sirve de santuario a la patrona de
la ciudad. Fue costruida sobre una fortaleza y su estampa aún
conserva cierto aire de almenas y torreones.
También
extramuros y algo más alejado se encuentra el Santuario del
Calvario, en lo más agreste de la Sierra de las Cuatro Villas, que
fue fundado y habitado por San Juan de la Cruz y que dicen sirvió de
inspiración a su Cántico Espiritual.
Por fin el Convento de
Dominicas de Santa Ana, mejor conservado, que fuera fundado a
mediados del siglo XVI por el que es sin duda el más insigne de los
hijos de esta localidad: el dominico Fray Domingo de Valtanás y
Megías, figura representativa de la España religiosa del siglo XVI
que, como otros personajes coetáneos y afines en la vocación
espiritual, hubo de cargar sobre su espalda el sambenito de un
proceso y una condena inquisitoriales tan poco claros como la propia
institución (6).
MORISCOS, VISIONARIOS y BLASFEMOS
Que
sepamos fueron al menos ocho los vecinos de Villanueva que hubieron
de probar la copa del ajenjo inquisitorial. Además otras dos mujeres
fueron procesadas por delitos de hechicería por el tribunal
eclesiástico de la diócesis.
Pese a su corto número, la
variedad en las causas constituye toda una muestra del proceder
habitual del tribunal del Santo Oficio, o dicho de otra forma, sólo
a través de una mínima aproximación a la Historia de la propia
institución podrá entenderse el sentido de los procesamientos.
Los
estudiosos de la Inquisición coinciden en resaltar la desmesurada
ampliación que llegó a alcanzar en su ámbito jurisdiccional (7).
Creada para resolver el problema de los falsos conversos, si se
hubiera ocupado sólo de cuestiones doctrinales seguramente su
competencia hubiera permanecido en límites más tolerables, pero fue
más lejos, ampliando su ámbito también a los cristianos
viejos.
De los primeros, hubo un morisco en Villanueva que por
una imprudencia tuvo que probar los sinsabores del viaje a Córdoba.
Fue por el año de 1584 cuando Lorenzo Linares, de oficio
alpargatero, fue denunciado por dos personas de que estando
discutiendo de las bellaquerías que cometían algunos cristianos
viejos, exclamó: "más vale ser buen moro que mal cristiano"
(8).
Ciertos pecados también eran objeto de la atención del
Santo Oficio, como la fornicación, entendida con tal sutileza que su
preocupación no estaba tanto en la comisión del acto en sí, como
en averiguar si el hombre o la mujer fornicaban por creer o sostener
que no había pecado en la unión carnal, lo cual contradecía un
mandamiento cristiano.
Por tal diferencia fueron procesados
tres de Villanueva: el sastre Francisco Fernández (1564) por decir
que no era pecado echarse un hombre carnalmente con una mujer de la
mancebía, pagándolo (9). La viuda María Hernández (1571) que
anduvo voluntariamente las veintisiete leguas desde su pueblo para
mostrar ante el Santo Oficio su mucho pesar y arrepentimiento por
haber sostenido algo parecido en una ocasión en que había pendencia
contra su hijo por cuestiones de faldas (10). y el pintor Diego
Rodríguez (1572), porque tratando de una morisca dijo que por ser
hermosa y morisca no era pecado echarse con ella (1l).
En el
año 1594 se formaba causa al tejedor de paños Francisco Rodríguez
por estar casado dos veces (12). y ¿por qué la Inquisición
entendía en un caso de bigamia, que de hecho era ya asunto prohibido
en las leyes civiles?: por entender que era cuestión harto vidriosa
que se asemejaba mucho a la poligamia admitida en la religión
musulmana.
Todavía dos causas más, esta vez por algo tan
afín a la herejía como la blasfemia: a un soldado vecino de
Cazalilla llamado Juan Pérez de Carmona (1590) porque estando
alojado en una casa de Villanueva del Arzobispo llegó a decir que
"él no creía en Dios la mayor parte del año y que el diablo
le había de llevar el alma, porque tenía hecho pacto con él y en
el infierno había de guiar la danza y le había de dar el diablo lo
que pidiese" (13). Y a Francisca Gallega (1640), cristiana vieja
de 60 años, denunciada por veintitrés mujeres de diversas
rebeliones y apariciones de Dios y de los Santos, que el tribunal
calificó por no divinas (14).
En la mayoría de estos
procesos hay que reconocer que la Inquisición actuó con cierta
tolerancia y comprensión de las circunstancias atenuantes, como
arrebatos de ira o pasión. En muchos casos no se formuló pena
alguna considerando la voluntad de enmienda del reo, en otros
bastaron unos azotes, una misa rezada en forma de penitente, la
abjuración o una imposición económica, siendo más raros los casos
de reclusión y destierro. No fue así con los acusados de prácticas
hechiceriles, como se verá a continuación.
MARTILLO DE
HECHICERAS, ENSALMADORAS y ALCAHUETAS
Si el uso de ciencias
como la Astrología o la Alquimia eran objeto de la atención del
Santo Oficio, no lo iban a ser menos las doctas representantes de
saberes tan antiguos como la magia o la adivinación, tan ligadas,
por otra parte, a las clases más bajas de la sociedad y que tan
difícilmente se podían conciliar con una fe ordenada y exenta de
supersticiones.
Por el tiempo que tratamos, raro fue el pueblo
donde no se dieron causas contra hombres o mujeres malfamadas,
tenidas por hechiceras que con sus "malas artes" creían
entrar en relación con el Diablo.
Y es que el Diablo anda por
todas partes, como es sabido, pero las mujeres parece que tienen un
especial instinto o poder para entenderse con él, sobre todo para
tratar intrigas amorosas y satisfacer otras pasiones.
Para el
sabio académico Caro Baroja el mundo hechiceril, sobre todo en su
relación con el juez o inquisitor, entra dentro de la esfera de los
arquetipos, y se refiere a esta viejísima relación cuando habla
metafóricamente del "Ballet del Inquisidor y la Bruja"
(15).
Conozcamos tres movimientos de esta antigua danza de la ciencia y
la superstición, esta vez con nombre propio y desde el escenario de
un apartado pueblo del Santo Reino.
Corría el mes de octubre de 1583 cuando el
Visitador del Obispado de Jaén, que a la sazón lo era el licenciado
Francisco de Huete, tuvo noticia de que Luisa García, mujer de más
de 50 años vecina de Villanueva del Arzobispado, venía ejerciendo
el oficio de ensalmadora y curadora de ojo.
De hecho no era la
primera vez que la mujer de Juan Hernández era inquirida por tales
prácticas, pero viendo que el anterior castigo no le sirvió de
enmienda el Visitador inició cabeza de proceso mandando se hiciera
una información secreta.
Como consecuencia de la declaración
de tres testigos fue interrogada la ensalmadora de Villanueva, cuya
relación no tiene desperdicio, en cuanto nos da una idea clara del
contenido de esta modalidad de atención:
"Dijo que
cuando ensalma dice dos avemarías a San Blas poniéndole la mano
encima de la nacida o llaga y dos pater noster y untalla con aceite
de manzanilla, y al mal de ojo dice por la cabeza: María Magdalena
quitalle este mal de esta cabeza, y por los ojos dice: Santa Lucía
quital de este mal de ojos, y por los brazos señor Santiago, y por
el cuerpo señora Santa Elena, y por las piernas: Señor San Andrés,
y que con esto cura porque Dios le ha dado aquella gracia y que es
verdad que la han mandado que no lo haga y que lo ha hecho por
demasiadas importunaciones y que por ello recibe lo que le dan"
(16).
Curiosas "prácticas mágicas" las que usaba
Luisa García para sus ensalmos, que recuerdan aquellas otras que en
forma de oraciones y bendiciones eran patrimonio exclusivo de
sacerdotes, que por institución divina obraban "ex opere
operando".
Ocho años más
tarde, en septiembre de 1591, otra vecina de Villanueva sufriría un
proceso semejante, esta vez promovido por el vicario y juez
eclesiástico de la villa, el Ldo. García de Casarrubios, y por el
fiscal eclesiástico Juan Rodríguez de Mateos. Fue Juana Ruiz, viuda
de más de cuarenta años y de oficio costurera, a la que acusaron de
nigromante, hechicera y medianera o alcahueta, oficios que
desempeñaba con gran aceptación y de los que sacaba buenas
prebendas.
Se decía de ella que por dinero era capaz de atar
los ojos, boca y corazón a un hombre para que quisiera a una
determinada mujer, con sólo que ésta le entregara las uñas de su
pies y manos para hacer los hechizos. También decían que tenía
pacto y comunicación con el demonio, al que hacía frecuentes
invocatorios para lograr sus propósitos.
Tenía especial
aceptación entre las mujeres de Iznatoraf, que la visitaban con
frecuencia solicitando les hiciese cuatro diabluras para que sus
maridos no anduviesen amancebados con otras mujeres y a ellas las
quisiesen bien.
Pero la falta más grave por la que se le
acusó fue por ejercer de encubridora de tratos carnales entre
hombres y mujeres y sobre todo por consentir que su propia hija,
Catalina Ruiz, mantuviera tratos ilegales con cierto joven criado,
con grande escándalo para el vecindario. Después de declarar muchos
testigos y ella misma, el visitador Tello de Olivares la halló
culpable y fue condenada a dos años de destierro y al pago de
cuatrocientos maravedís para las costas del proceso (17).
A
propósito de su hija, sabemos que una tal Catalina Ruiz, en 1589,
era objeto de una causa criminal semejante por ejercer el oficio de
celestina. Esta moza vivía en Ubeda, en el callejón de Santo Tomás,
y en ratos se dedicaba a encubrir amores de solteras y casadas y a
pasar mensajes a las más distinguidas doncellas de la ciudad
(18).
En el célebre auto de fe
de 1627 en la plaza de la Corredera de Córdoba y del que fue
cronista el jesuita Rodrigo de Figueroa (19) se vio la causa seguida
contra Ana de Jódar, natural de Iznatoraf y vecina de Villanueva del
Arzobispo, a la que se acusaba de hechicera, embustera e invocadora
de demonios, con los que mantenía pacto, los consultaba y esperaba
sus respuestas, dando crédito a todos sus engaños.
En
particular se le acusaba de que en cierta ocasión que pretendía
demostrar el poder de sus malas artes a una mujer, le tomó el huso
con el que estaba hilando y pendiéndolo de la hebra la conjuró
invocando los nombres de diablos como "Barrabás, Satanás y
Belcebú", nombrando a Doña María de Padilla (20) y toda su
compañía y con Marta,
"La que los montes salta
y los
infiernos quebranta"
le mandó al huso que anduviese y
anduvo, y que se parase y se paró.
En su casa contaba con un
variopinto arsenal de materiales a propósito para realizar sus
conjuros y hechizos y para atar la voluntad de las personas que
quería o se le encomendaban. Allí había desde estampas de los
santos a alguna piedra preciosa, cabellos humanos, azufre o figuras
de cera con el cuerpo atravesado por agujas (21). .
Como en
los procesos de los santos, también en el de Ana de Jódar se
anotaron sus más sonados "prodigios". Así sabemos que en
una ocasión enseñó ciertas cosas a una mujer por si deseaba matar
a su marido y que se fuese secando poco a poco. A otra que estaba
enferma le dijo que era de pena por habérsele retirado su galán y
subiéndose a una cocina alta intentó atraerle a base de conjuros,
pero todo lo más que ocurrió fue un tremendo golpe que dijo lo
habían producido los doce demonios que la acompañaban por no poder
con su enamorado, que de no ser sacerdote ya le hubieran traído de
cualquier parte del mundo que hubiera estado.
La pena que le
impuso el tribunal consistió en colgarle la soga al cuello y
adornada con coraza (22) aplicarle doscientos azotes en Córdoba y
otros cien a su regreso a Villanueva, siendo desterrada de ambas
ciudades y de todo el distrito de la Inquisición por espacio de seis
años.
* * *
Y esta fue la aportación de Villanueva
del Arzobispo a la represión brujeril de la Inquisición, aunque en
la actualidad los estudiosos de este fenómeno coinciden en
considerar las creencias y rituales de estas mujeres como un reflejo
de cultos ancestrales, procedentes de antiguas culturas que nada
tienen que ver con el cristianismo, razón por lo que nunca debían
de haber sido consideradas como heréticas.
A modo de
conclusión la pregunta obligada es si entonces existió o no la
hechicería en Villanueva, como en la mayor parte de los pueblos, y
la respuesta también obligada es que sí existió, pero en un
sentido en que los Inquisidores y Jueces eclesiásticos no quisieron
o no pudieron comprender .
Por supuesto que existieron
rituales mágicos, cantos invocatorios, ceremonias catalépticas y
orgías sexuales y mucho tuvieron que ver en ello los afrodisíacos y
alucinógenos, sobre todo en noches de significación especial, en
relación con las fases de la luna o la posición de los astros, como
solsticios y equinocios. Pero en todas estas manifestaciones mágicas
no tenía ninguna participación la figura de Satán, que era lo que
tanto inquietaba a los inquisidores y que parece claro que fue
producto de su invención.
____________
(1) M. Amezcua:
Hechiceras, ensalmadoras y alcahuetas en la loma de Ubeda: La bruja
de Villanueva. Diario JAEN, 6 de febrero de 1986, pág. 14.
(2)
Son los publicados por Gracia Boix:
-Colección de documentos para
la historia de la Inquisición de Córdoba. 1982.
-Autos de Fe y
Causas de la Inquisición de Córdoba. 1983.
(3) Libro de las
Constituciones sinodales fechas y ordenadas por... don Alonso de
Fuente el sauce... obispo de Jaén... a doze días del mes de março
de mill e quinientos e onze años. Fol. VII vº, cap. VIII.
(4)
No se refieren los versos a Villanueva del Arzobispo, como pudiera
parecer, sino a Villanueva de Andújar, hoy Villanueva de la Reina.
Versión parecida recoge Santiago de Morales Talero en la ciudad de
Arjona:
Cuatro somos de Andújar,
dos de la Higuera
y la
capitanilla
de Villanueva.
(Anales de la ciudad de Arjona,
1965, p. 148), en esta ciudad aún se da el nombre de "Camino de
las Brujas", el que sale de la carretera de Arjona hacia Andújar
y enlaza con el antiguo camino de Granada.
La versión que
anoto me la dijo Antonio Santos Molina, vecino de Noalejo, habiendo
oído una parecida a Constantino Unghetti, que había recogido en una
pequeña aldea cerca de cabra del Santo Cristo.
(5) Datos
procedentes del Catastro de Enseñada, año 1752. V. Mariano Saez.:
HIDALGUIAS DE JAEN. Madrid, 1979, p.204.
(6) Para saber de la
historia de Villanueva del Arzobispo es bibliografía básica:
Manuel
Alcalá: BOSQUEJO HISTORICO DE LA CIUDAD DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO.
1981.
Idem id.: DATOS PARA LA HISTORIA DE VILLANUEVA DEL
ARZOBISPO. 1986.
Arturo Curiel: La Virgen de la Fuensanta y su
Santuario. Córdoba, 1983.
(7) Abundante es la bibliografía
existente sobre la historia de la Inquisición, pero me ha parecido
interesante por su tono divulgador y ameno citar la colección de
artículos que recoge el monográfico de Historia 16 (ediciones de
1976 y 1986) que dirige José Antonio Escudero.
(8) Gracia
Boix. AUTOS DE FE Y CAUSAS DE LA INQUISICION DE CORDOBA, 1983, pág.
178.
(9) Ibid, pág. 32.
(10) Ibid, pág. 56.
(11)
Ibid, pág. 76.
(12) Ibid, pág. 279.
(13) Ibid, pág.
249.
(14) Ibid, pág. 413.
(15) J. Caro BAROJA: EL
BALLET DEL INQUISIDOR Y LA BRUJA. En la Inquisición, Extraordinario
de Historia 16, p. 66.
(16) Archivo Histórico Diocesano de
Jaén. Sección de Criminal. Villanueva del Arzobispo. Leg.
s/n.
(17) Idem Id.
(18) Idem. Ubeda. Leg. s/n.
(19)
"Relación del Avto General de la Fee, que se celebró en la
Ciudad de Córdoba, a veintiuno del mes de Diciembre del mil y
seiscientos y veinte y siete años. Por los señores Licenciados Don
Damian de Armenta y Balençuela, Arcediano y Canonigo desta Sancta
Iglesia, Don Iuan Remirez de Contreras del habito de Sanctiago, y el
D. Christóbal de Messa Cortes, Canónigo de la mesma Sancta Iglesia,
Inquisidores Apostólicos de la mesma Ciudad. Año 1627."
(20)
Doña María de Padilla (s. XIV) : Amante de Pedro I el Cruel, con
quien incluso se asegura que estuvo casada en secreto. Tratada como
maga y hasta como exhibicionista por los romances coetáneos, se
llegó a asegurar que retuvo al rey castellano gracias a ser bruja y
así la tratan los romances. (Juan G. Atienza. Guía de las brujas en
España, p. 277).
(21) "Tenía vna estampa de sancta
Marta en su casa, y otra de N. Señora de Belén, algunas piedras
Agatas, muchas diferencias de cabellos de hombres y mugeres; algunos
pedarços de piedra Azufre, y Plomo, y Masa dura, vna figura de
hombre de cera, y por el cuerpo atrauesada vna aguja, en el Colchón
de la Cama, vna estampa del S. Sacramento con las palabras del dulce
nombre de I E S V S, y en vn rincón dentro de vn Zapato tenía otra
estampa de papel del decendimiento de la Cruz".
Relacion
del Avto General de Fee... ob. cit.
(Lo transcribe Gracia Boix
en sus Autos y causas de la Inquisición de Córdoba, págs. 399 y
565).
(22) "Cierto género de capirote o cucurucho, que
se hace de papel engrudado, y se pone en la cabeza por castigo, y
sube en disminución, poco mas o menos de una vara, pintadas en ella
diferentes figuras conforme el delito del delinquente; que
ordinariamente son Judios, Hereges, Hechiceros, Embusteros y casados
dos veces, consentidores y alcahuetes. Es señal afrentosa e
infame".
(Diccionario de Autoridades).
Fuente:
REVISTA DE FOLKLORE
Caja España
Fundación Joaquín Díaz