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María Manuela López de Ulloa

Escritora. Polemista servil durante la Guerra de la Independencia. Cádiz

Extractos tomados de CANTOS CASENAVE, Marieta. “Escritura y mujer 1808-1838: los casos de Frasquita Larrea, Mª Manuela López de Ulloa y Vicenta Maturana de Gutiérrez”. Anales de Literatura Española. N. 23 (2011). ISSN 0212-5889, pp. 205-231. http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/17553/1/ALE_23_07.pdf página vista el 8 de julio de 2013

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María Manuela López de Ulloa es una escritora poco conocida aún. Apenas quedan unos pocos datos de su vida, tan solo se sabe que era de origen manchego y que posiblemente llegara a Cádiz huyendo del avance del ejército francés. Ninguna pista cierta hay de su situación personal y familiar, sin que alrededor de su figura aparezca ningún hombre como valedor, aunque sí que

parece moverse en el entorno del predicador tradicionalista Blas de Ostolaza y tal vez, después, en el del «padre gacetero», fray Agustín de Castro. En Cádiz publicó la mayor parte de su obra, bastante prolífica, por cierto, que se extendió a lo largo de casi cuatro años en esta ciudad y algo más de trece meses en Madrid. En estos cinco años publica nueve poemas –tres de ellos extensos, de carácter alegórico– y más de treinta y cinco amplios artículos que inserta en El Procurador General de la Nación y del Rey, el Diario Patriótico, para continuar su actividad después en la Atalaya de la Mancha en Madrid y El Fiscal Patriótico de España 5

Su labor como publicista no fue fácil y siempre encontró contestación en las filas de los periodistas liberales, que tal vez no sospechaban que era una auténtica mujer la que no dudaba en zaherirles una y otra vez. Lo cierto es que mientras la marquesa de Astorga fue alabada por su traducción de los

Derechos del ciudadano de Mably, María Manuela López de Ulloa, que empezó a firmar en El Procurador General de la Nación y del Rey con el criptónimo M. L. el 24 de diciembre de 1812, fue desde el principio ridiculizada por los periodistas de El Redactor General, a quienes censuraba sus discursos liberales autoafirmándose además en su condición femenina, como evidencia el «Comunicado de una Señorita para confusión del Redactor general, firmado por M. L», publicado el 7 de febrero de 1813.

Sin embargo, no son estas las primeras producciones de María Manuela, según ella misma indica, la primera de sus obras fue una Representación dirigida a las cortes extraordinarias a pocos días de su instalación, seguida de la Impugnación al teatro de que me he ocupado en otro lugar, indicando la similitud de planteamientos y estilo que mantenía con María Manuela aun sin estar segura de su autoría. Aún escribiría otras cuatro obras, entre ellas una en verso, antes de darse a conocer en las páginas de El Procurador General de la Nación y del Rey (Cantos Casenave, 2008b).

La fama, no obstante, la conoció como poeta, primero Fiddelida: poema en cuatro cantos que dedica una Española al inmortal Lord Welington, publicado en el suplemento de El Procurador General de la Nación y del Rey nº 34, con una advertencia firmada en Cádiz el 25 de agosto de 1813. Poco después daría a la luz en la imprenta de Gómez de Requena los Afectuosos gemidos que los Españoles consagran en este día 14 de octubre de 1813 por el feliz cumpleaños de su amado Rey y Señor D. Fernando VII, firmado por Una Española y mandado recoger por subversivo. Mª Manuela decidió entonces descubrirse como autora del mismo ante el tribunal de censura, para tratar de conseguir que se levantara tal calificación. Para esa fecha, bajo el mismo seudónimo o, escudada tras los criptónimos M. L. o M. M. L., había publicado ocho artículos en El Procurador General de la Nación y del Rey, durante su etapa gaditana, contestando otros tantos de periódicos liberales; cinco artículos en el Diario Patriótico, entre los meses de agosto y septiembre, sobre las «variedad de voces, opiniones y máximas del día», donde trataba de desmontar el lenguaje usado por los periodistas liberales y pretendía demostrar que era un modo de introducir el pensamiento de los filósofos materialistas franceses (Cantos Casenave y Sánchez Hita, 2009).

En mayo de 1814 publicaría unos versos «Al Pueblo de Madrid», en la Atalaya de la Mancha en Madrid (nº 42, de 13 de mayo de 1814, 349-350) y otros dedicados a Fernando en El Procurador General de la Nación y del Rey (nº 134, de 30 de mayo de 1814, 1201-1203). Por estas fechas había tratado también de lograr el apoyo de la marquesa de Villafranca para que la sociedad de damas que ella presidía abriera una suscripción para levantar un monumento a Wellington, casi al mismo tiempo que entregaba una representación al inglés para que desoyera los intentos de enturbiar las relaciones entre británicos y españoles, frente a los enemigos franceses. No obstante, no parece que ni una ni otro hicieran mucho caso de sus palabras.

Ya en octubre publica en la Atalaya los Tiernos afectos con que la Autora del papel intitulado: Afectuosos gemidos que los Españoles consagran en este día 14 de octubre de 1813 por el feliz cumpleaños de su amado Rey y Señor D. Fernando VII, que fue mandado recoger por subversivo, excita a su Patria a celebrar este mismo feliz dia en el presente año de 1814. En esta ocasión, los versos están dedicados a Blas de Ostolaza «como al gran defensor de los derechos de S. M.», unos derechos que ella pensaba debían hacerse valer a sangre y fuego, pues en dicho poema solicita el castigo de «ateístas y traidores» incluso con la hoguera. Es de suponer que entre ellos consideraba a los periodistas liberales, particularmente a los del Semanario, la Abeja, el Redactor, y sobre todo El 
Tribuno y El Duende, a quienes en sus Afectuosos gemidos ya había tachado de filósofos y conspiradores contra el monarca.

En la Atalaya de la Mancha recibirá el apoyo de varios escritores como J.G.C., criptónimo de Joaquín González Cruz, colaborador ocasional de esta cabecera. También recibe el homenaje de C. G. y A. autora de una Colección de varias poesías escritas por doña C. G. y A., vecina de la Real ciudad de San Fernando 6

. Esta escritora avecindada en la antigua Isla de León, es admiradora también de Fernando VII, así como de Blas Ostolaza, y dedica un soneto a María Manuela, porque sus Gemidos dan «gloria a tu sexo, rabia a los malvados» y muestran que hay españoles que siempre han defendido los derechos

sagrados del trono y que las mujeres siempre estarán dispuestas a abrazar el servilismo y a conservar «Amor eterno al nombre de Fernando». La conexión entre ambas escritoras queda patente al comprobar que también algunas de las poesías de la vecina de San Fernando fueron publicadas en la Atalaya de la Mancha en Madrid, ahora con el criptónimo C. G., en el mes de julio de 1814

y otro había sido igualmente inserto en las páginas del mismo periódico en el mes de abril, pero firmado entonces con el seudónimo Una Patriota en la ciudad de S. Fernando. 7

En diciembre de 1814 Mª Manuela solicita permiso para publicar sus escritos, recogidos entre los diversos periódicos en los que había ido apareciendo. Sin embargo, ni un solo dato personal aparece en este documento administrativo, en el que, eso sí, se reconoce ante Fernando VII como «su más

humilde vasalla». La última noticia que he localizado de esta escritora es el anuncio que se inserta en la Atalaya de 12 de abril de 1815, de la publicación de una Loa, que en celebridad del cumpleaños del Serenísimo Señor Infante

D. Carlos presentó a S. A. D. M. M. L. U. (Cantos Casenave, 2008b). A partir de ese momento su rastro literario y personal parece haberse esfumado, sin que hasta el momento hayan aparecido otros rastros a los que seguir la pista desde que se la localice viviendo en la madrileña calle Inquisición Vieja, según ella misma indicaba en carta a la marquesa de Villafranca 8.

Desgraciadamente, en estas cartas Mª Manuela se muestra igualmente esquiva sobre sus circunstancias personales y solo está atenta a exhibir su patriotismo y su posicionamiento político, sin que aflore ningún otro rasgo de su carácter o condición. Esa es precisamente una de las grandes diferencias que mantiene con Frasquita Larrea, cuyas cartas, diarios, y toda suerte de apuntes y borradores dan amplia cuenta de sus circunstancias biográficas. En este caso, es difícil acertar con la causa o las causas por las que María Manuela dejó de escribir o de publicar, lo cierto es que, sin invalidar la tesis general de que el fin de la guerra supuso el fin de la «excusa» que les había permitido participar en la tribuna pública, en el caso de Mª Manuela López de Ulloa no parece que, en principio, su formación intelectual, a tenor de las lecturas que maneja, fuera lo suficientemente amplia como para afrontar una posible competencia entre escritores o atender a una demanda ajena a la coyuntura bélico-política que la vio nacer. Sus lecturas parecen reducirse a los textos sagrados y a los de los propagandistas españoles o franceses, además de la prensa del momento. En algunas ocasiones quedan ecos de la literatura popular, pero predomina por encima de todo la influencia de los salmos y otros textos bíblicos, de modo que el suyo parece un bagaje bastante limitado para una empresa literaria de mayor calado (Cantos Casenave y Sánchez Hita, 2009).


Notas.

4. Sobre ambas escritora pueden verse mis trabajos, Los episodios de Trafalgar y las Cortes de Cádiz en las plumas de Frasquita Larrea y «Fernán Caballero» (2006), «Entre la tertulia y la imprenta, la palabra encendida de una patriota andaluza, Frasquita Larrea (1775-1838)» (2009) y con Beatriz Sánchez Hita, «Escritoras y periodistas ante la Constituciónde 1812 (1808-1823)»(2009).

5. Agradezco a Beatriz Sánchez Hita que me haya puesto sobre la pista del documento en que María Manuela solicita permiso para publicar los escritos que había ido publicando en los años de las Cortes y que fue recogiendo de los diversos periódicos en que colaboró. Allí mismo se adjunta una relación pormenorizada de las mismas, ordenadas en un índice que arroja un resultado de 47 obras. Por falta de espacio no puedo dar ahora más noticias de este documento donde ella aparece como autora de algunas obras que había sospechado pudieran ser suyas y no había podido comprobar hasta la fecha. Sobre este particular doy más detalles en «Las mujeres y la libertad de imprenta en tiempos de las Cortes de Cádiz«, en Elisabel Larriba y Fernando Durán López eds., El nacimiento de la libertad de imprenta: antecedentes, promulgación y consecuencias del Decreto de 1810, (2011, en prensa).

6. Cf., Apéndice a El Procurador General nº 41, 23 de noviembre de 1814, pp. 437-451.

7. Sobre ambas escritoras, puede profundizarse en mi trabajo «Las mujeres en la prensa entre la Ilustración y el Romanticismo», op. Cit.

8. Agradezco a Gloria Espigado la generosidad con que ha compartido esta documentación.