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Mujeres Andaluzas
Cecilia Quílez Lucas,
Algeciras
Datos facilitados por la autora a 10 de diciembre de 2007
Cecilia Quílez Lucas,
1965 Algeciras (Cádiz). Ha publicado dos libros de poemas: La
posada del dragón (Ed. Huerga & Fierro) y Un mal ácido
(Ed. Torremozas) Este último ha recibido una mención
especial del Premio Villa de Madrid de Poesía “Francisco de
Quevedo” y obtenido críticas favorables en El Cultural, ABC
de las Letras, Diario de Ávila, Diario de Navarra y República
de Letras. Ha colaborado en el programa de radio Onda Sur y
coordinado y dirigido exposiciones de pintura y escultura en
numerosas instituciones de arte y en los catálogos de éstas.
Tiene varios relatos y artículos publicados en diversas
revistas y publicaciones (Álbum de las Letras, La Cultura de
Madrid, Microfisuras, Punto de las Artes, Diario el Mundo, Ágora,
Revista de Museología, Actas Poesía Última de la
Fundación Rafael Alberti, etc.) e igualmente en algunas webs
literarias. También ha participado como ponente en diferentes
jornadas sobre literatura y realizado recitales y presentaciones
dentro y fuera de España así como en programas de
televisión y radio. Acaba de ser incluida en una antología
poética elaborada por la Editorial Espasa Calpe y en una
selección de poetas españoles y portugueses. En breve
saldrá publicado su próximo poemario El cuarto día
editado por Calambur. Actualmente trabaja en la finalización
de una novela y un cuento para niños.
POEMAS SELECCIONADOS POR
LA AUTORA PARA
“BIOGRAFÍASDE MUJERES ANDALUZAS”
(POEMAS DE CECILIA QUÍLEZ)
DEL LIBRO “LA POSADA DEL
DRAGÓN” (Ed. Huerga & Fierro)
(Poemas 1.990-2002)
EL CHICO DEL COSMOPÓLITAN
Es porque tu imagen,
recostadas las nalgas y los
codos,
increpan al estío,
y ahí, entre tus
piernas
se erige el culpable.
Es porque el trigo
se esparce sobre el
imaginario lecho
y sus granos olvidan de los
púberes mantos
su condición divina.
Arrebolado el cabello
entre gotas de agua
dócilmente mantienes
ante el objetivo tus
pupilas.
Y no deseo que pases
Mayojunio
de este papel que me
recuerda los días.
Tu mano, ya ves,
engaña al voyeur
y es porque se atisba en
verdad
un slip,
no obstante, transparente
a esta lujuria.
EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR
Sé de memoria cuentos
y leyendas
que me advierten de velados
señuelos,
pero dejé las
zapatillas olvidadas
en un puntal de tinieblas.
Muevo mis pasos con gracia,
los brazos me bailan
y hasta mi pelo se acompasa
cuando doy vueltas.
¿Habrá alguien
en el camino,
alguien que me diga al oído
“no ves muchacha
que estás desnuda”?.
BIENAVENTURADA MEMORIA
He vivido contigo tres
instantes fugaces
de esta vida nuestra que
debería ser infinita.
No recuerdo las horas, ni
tampoco los días
(todo era tan poco cuando tú
me mirabas)
Sólo poseo la
diamantina imagen
de tu cuerpo,
los incandescentes miembros,
la acanelada lumbre.
¡Ah, si pudiera elegir
mi eternidad
me quedaría tan
quieta..!
Yo no era nada. Desaparece
el cuerpo,
inútil soporte que
soporta el alma.
Únicamente mi
garganta y mi columna.
Y ya no habrá mundo
que valga la pena
ni adiós triste que
me pueda acabar,
sino tus incandescentes
miembros
desnudos en mis ojos
como si fueses el único
hombre del Universo.
DEL
LIBRO “UN MAL ÁCIDO” (Ed. Torremozas)
(Poemas año 2.004)
ESTE MAL ÁCIDO
Noches son días y
noches
sin treguas, sin esperas.
soy un mal absoluto,
un socavón en mis
lisiadas facultades,
un ácido retortijón
de instrucciones
que me hiere el vientre
desde dentro.
Pongo mis vísceras
encima del escritorio
y las miro sin
contemplaciones.
Y espero.
Espero a ver si pasa alguien
que las tamice como a las
lentejas
que se desahucian en el
mármol.
Con un poco de suerte
el resto
será todo un festín
CIEGAMENTE
Me pillo a menudo embelesada
en esas comisuras caídas,
las bolsas bajo los ojos,
el pelo opaco,
y los zapatos llenos de
barro.
Digo, a veces el amor es
esto.
Yo te miro de muchas formas,
y tú deberías
pensar
sólo esto último.
Es un fastidio darse cuenta
que le miren así a
uno…
Entonces pregunto:
¿también se
aman
los ojos que no te ven?
EL MILAGRO DE LOS PECES
Entras en la alcoba, no a
las sombras.
La sombra eres tú.
Te proyecto en mi carne como
entonces,
en aquella colcha que
parecía otro abrazo.
Te acercabas a mí con
un testamento en la lengua
y un arpón en el
pecho.
Orábamos bajo las
velas consumidas,
al albor donde se anotan los
prodigios
y todo nace de la suma de
nada.
Éramos tú y
yo, desvarío del ensueño incuestionable,
en otro mundo con dos lagos
enfurecidos
y dos peces dispuestos a
aniquilarse.
Piensa ahora en estas noches
donde las lechuzas se
desmayan
en el alféizar de
esas sombras.
Grita y repíteme como
una letanía
que de verdad recuerdas
todo aquello.
PURA GENÉTICA
Mi madre se fue.
Me buscaron otra.
Mi padre lo hizo después.
Me buscaron otro.
El amor me abandonó.
Lo busqué yo.
Todo por sustitución,
así me enseñaron,
para que nadie
me hiciera daño.
Es verdad que los hijos
se parecen a los padres:
a ti ya te he cambiado
por un coche verde.
EL MILAGRO DE LOS PECES
Entras en la alcoba, no a
las sombras.
La sombra eres tú.
Te proyecto en mi carne como
entonces,
en aquella colcha que
parecía otro abrazo.
Te acercabas a mí con
un testamento en la lengua
y un arpón en el
pecho.
Orábamos bajo las
velas consumidas,
al albor donde se anotan los
prodigios
y todo nace de la suma de
nada.
Éramos tú y
yo, desvarío del ensueño incuestionable,
en otro mundo con dos lagos
enfurecidos
y dos peces dispuestos a
aniquilarse.
Piensa ahora en estas noches
donde las lechuzas se
desmayan
en el alféizar de
esas sombras.
Grita y repíteme como
una letanía
que de verdad recuerdas
todo aquello.
LA SED
Han pasado los ejércitos
al lado de mi árbol
invisible.
El de los sueños,
el que me cobijaba
en la párvula cama.
Tampoco me vieron esta vez
trepada en la copa de la
higuera,
protegida en el almíbar
de su fruto.
Han pasado y de lejos noté
la fusta implacable en la
grupa de las bestias,
los jinetes enardecidos,
las piedras rotas en la
cañada.
He mordido su polvo
y nadie notó nada.
Tengo la boca llena de sal.
Muchos fueron citados
al milagro del agua,
y sólo aquí
quedó la sed.
DAMNATIO MEMORIAE
En las dunas
donde no te hallé
nos buscamos.
Somos guijarros
de la memoria.
Blandos costados
sangran.
El tiempo detiene
tiempo muerto.
Somos el murmullo
de los templos.
Nos creemos
y lloramos,
aunque ya no hay más
mar
que ese que nos aleja.
Amar, sí, amor
siempre,
igual que el todo lo fue,
mañana será.
DEL LIBRO “EL CUARTO DÍA”
(Ed. Calambur)
(Poemas 2.006-2.007)
EL INDULTO
Me has tomado la palabra
primero,
después los ojos,
y ahora, mi carne
con la azul comunión.
Soy en ti como tú
quieres,
estoy en ti.
Dentro también estás
tú.
¿Quién se va a
atrever
a levantar su mano
y señalarnos
si estamos ciegos
y hambrientos?
Y
Mis pechos.
Las clavículas.
La cinta sucinta del talle.
Los muslos adheridos.
Mis pies sobre puntas de
bailarina.
Una Y sin cabeza soy,
esbozo del dibujo casi
perfecto
para que alguien
un año de estos
me convierta en X
cuando ya todo acabe.
YERMA
He caminado y siempre me
quedo
en todos los amantes,
fantasma colgada
en las perchas del tiempo.
No quiero ser pero soy
los ojos de la historia,
licenciada matrona
de hembras sin mácula.
Hemos multiplicado nombres
de manadas elitistas.
Los herederos de sombras,
santificados y tolerados
son todos hijos libres
del primer engaño.
No cantaré hoy a las
noches
ni a mi vientre como cuna.
Puede que sea una rara
especie
en vías de extinción,
una hermosa ánfora
que no quiere ser
contemplada
ni tampoco bebida.
I.- MISTERIO GOZOSO
Perdóname labio
porque no te pertenezco,
esta plegaria la dicta su
lugar hueco.
Mis manos me llevan a sitios
prohibidos,
enredando las sábanas,
pensándote a solas
como un perro lazarillo bien
adiestrado.
Porque es tan casto este
ardor
que mi boca peca de ser aún
doncella
y llaga mi lengua cada vez
que te besa.
Ah, la hiel de tu silencio
distante e indefinido
me ha convertido en una
virgen impura.
LA OFRENDA
Se acaba el movimiento de la
calavera.
La grieta de los párpados
habla inútilmente.
En cualquier lugar del mundo
aúlla una jauría
y resisten madres que
aguardan en las lápidas.
En cualquier lugar es
pasado
y tiembla el ocaso supremo.
Aquí arde el primer
alarido
en un cuenco oxidado de
palabras.
Veneramos los símbolos
cuánticos
en el altar de las
obsesiones.
Saqueamos los santuarios y
liberamos las bestias.
Fuimos procesados
en el muro impreciso del
tiempo.
Ahora tienes mi cabeza en la
bandeja,
cumple mi último
deseo:
La espada al mar.
Al mar.