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Rafaela Sánchez Cano

Esta biografía esta tomada de http://wikanda.cordobapedia.es/wiki/Rafaela_S%C3%A1nchez_Cano el 31 de Diciembre de 2007.

Rafaela Sánchez Cano. Escritora. Córdoba 1947

Nació en Córdoba el 15 de febrero de 1947. Su niñez la pasó entre su ciudad natal y el hermoso pueblo de Montoro de donde su familia es originaria. Realizó los estudios primarios en los colegios de San Eulogio y de San Rafael respectivamente, aunque no llegó a finalizarlos. Con sólo 9 años de edad fue colocada en casa de una mujer pantalonera, Modesta, para que aprendiera el oficio de costurera. Con once años ingresó como aprendiza en una sastrería de la Calle del Reloj, frente a Bodegas Pozo, con el maestro Manuel Pino López, donde aprendió el oficio de sastra llegando a ser oficiala de 1ª. Rafaela asegura que aquella sastrería fue su Universidad.

En 1969 contrae matrimonio con Francisco Ruano Murillo y abandona la sastrería, aunque continúa cosiendo por su cuenta hasta el nacimiento de su hijo Francisco Rafael.

En 1983 publica su primer libro, un cuento titulado Los mares han perdido su color (ed. El Almendro. Córdoba) del que el diario La Voz de Córdoba dio la noticia. Sus inquietudes literarias la conducen a realizar el Graduado Escolar y en el curso 86-87 obtiene el título con notas destacadas. Desde entonces, a lo largo de seis años no deja de estar en contacto con la Escuela de Adultos de Valdeolleros, colaborando en los talleres de teatro y otras actividades. Promueve un taller de literatura y, coordinada por el profesor del centro José González, editan la revista Alborada que alcanzaría varios números y en la que participan numerosos alumnos publicando relatos y poesía.

En 1993 sale a la luz su segundo libro, Blanquita y Aromín, prologado por la escritora Africa Pedraza, del que el Diario Córdoba se hizo eco. En ese año queda finalista en el certamen Mujer Arte de Lucena con el relato La leyenda de la ciudad destruida, basado en Medina Azahara, cuya adaptación teatral sería estrenada en 1994 en el colegio San Vicente Ferrer. En ese mismo año consigue un premio en Fuente Palmera con el relato La espiga y en 1995 consigue el premio Prensa-Escuela para adultos del Diario Córdoba, con el trabajo La Fotografía. En este año aparece el libro Escritores montoreños de José Lucena Llamas en el que figura Rafaela Sánchez. En 1997 es incluida en el libro Crónica de Córdoba y sus pueblos V de la Asociación Provincial de Cronistas, en el capítulo "Para la historia literaria de Montoro". Es distinguida con el premio Poesía en Primavera de la Cadena SER. En Málaga obtiene el premio La Pluma de relato breve, entre más de cuatrocientos participantes. Sus poemas y relatos han parecido en diversas publicaciones locales y nacionales.

En 1999 presentó públicamente sus trabajos de investigación sobre la escritora del siglo XIX Rosario Vázquez Angulo, los cuales donó a distintas instituciones cordobesas y en 2007 ha hecho entrega al Ayuntamiento de la ciudad dicha investigación ampliada, con el deseo de dejar constancia de la obra literaria de aquella escritora cordobesa. Ha publicado los poemarios Versos para el letargo, el autobiográfico A este lado del puente, Ser mujer, cuyos poemas han sido requeridos para algunos de los actos reivindicativos de los derechos de la mujer, y Amor en tiempos de desamor. En marzo de 2003 fue premiada por el Instituto Andaluz de la Mujer de la Junta de Andalucía, el Área de la Mujer del Ayuntamiento de Córdoba y la Delegación de la Mujer de la Diputación Provincial, en reconocimiento por su labor y aportación en el ámbito de la cultura. Colaboradora asidua del diario Córdoba con artículos de opinión y con la serie "Cordobesas con estilo" que el Ateneo de la ciudad publicó en un volumen con el título Mujeres de Córdoba (col. Arca del Ateneo, 2004).

En 2007 el Ateneo de Córdoba, del que forma parte, le otorgó la Fiambrera de Plata.


El contenido de este artículo incorpora material del Ateneo de Córdoba, publicada en castellano bajo la licencia GFDL.



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Ser mujer


Ser mujer es:
Es ser, aquella nube vaporosa,
la nube primigenia de la vida;
y su ya consecuente gota de agua
constante, transparente y primitiva.

Es ser el claro arroyo, el mar salubre,
la inquietud de la brava catarata,
la dulce calma del inmenso lago;
es ser la nitidez del agua misma.

Es ser fecunda tierra, honda raíz;
es ser la grata ofrenda de su fruto,
un fruto de árbol de perennes ramas.
Es ser la eternidad que reta al tiempo
con pasión de volcán, con miel por lava.

Es ser el largo férreo silencio
de un afilado grito que desgarra
el espacio más sordo de los siglos
de tantas, tantas Evas maltratadas.
Ser mujer es:

Es, ser nube, agua, tierra, raíz, fruto,
eternidad, reto, pasión, volcán, miel,
silencio; aún siendo todo esto
el grito de mujer cae en la nada.


¿De qué estás tú hecho?


De qué barro te hicieron
para que seas tú tan moldeable
entre mis torpes manos
que nunca otras arcillas conocieron.

De qué vientre viniste a esta orilla
para anclar en mi desolado puerto
llegando a mí, entre cantos de sirenas,
cuando peina la mar su melena amarilla.

De qué flores cogieron el rocío
para conformar el agua bendita
que sobre ti vertieron y ponerte un nombre,
que dulcemente unido va al mío.

¿Dime de que estás tú hecho?
que has llenado todos mis sentidos
de sensaciones buenas.


Todo a peseta


Era todo a peseta:
Algodones de azúcar.
Trozos de piñonate.
Globos de mil colores.
Los paseos en el Tío Vivo, a real.

-Era la feria-
donde un sueño de niña
se me hacia realidad
ser amazona: por unos instantes
un caballito de madera
me llevaba a su grupa
por un sendero circular.

¡Todo a peseta!
-En mi bolsillo un duro-
¡Lo podía comprar!
Un algodón de azúcar.
Un trozo de aquel piñonate
y mucho más
largos paseos circulares,
un globo rojo
que pronto se esfumó en el aire
como se esfumó el ser amazona
un día que yo dejé de soñar.


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