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Josefa Ugarte Barrientos, Duquesa de Parcent

Escritora. Colecionista de Libros y obras artísticas. Málaga 1854-1891. 

Tomado de la página del CEDMA (Centro de publicaciones de la Diputación provincial de Málaga) http://www.cedma.com/archivo/jabega_pdf/jabega88.pdf visitada el 17 de Junio de 2009. Reproduce artículo impreso de la revista Jábega, nº 88 (segundo cuatrimestre Mayo-Agosto 2001) LAS DUQUESAS DE PARCENT, DOS MALAGUEÑAS EN POS DE LA CULTURA Y LAS ARTES. 
Eva María Ramos Frendo

Dos fueron las mujeres malagueñas que ostentaron el título de Duquesas de Parcent, al haber estado casadas sucesivamente con don Fernando de la Cerda y Carvajal, Duque de Parcent y Contamina, natural de Madrid y ayuda de Cámara de la reina Isabel II. Mas esta coincidencia no fue la única que las unió, dado que ambas mostraron a lo largo de sus vidas un gran interés por actividades relacionadas con el ámbito de la cultura y las artes.

JOSEFA UGARTE BARRIENTOS

La primera de ellas, doña Josefa Ugarte-Barrientos y Casaux, conocida por sus amistades como Pepita Barrientos, nació en Málaga el 5 de septiembre de 1854. Era hija de don Fernando Ugarte-Barrientos Méndez de Sotomayor, Maestrante de la Real de Ronda, y de doña Teresa Casaux Galwey. Pero pocos años pudo disfrutar de su madre, dado que ésta moriría cuando ella era aún muy niña.

Pepita, «aquella niña espiritual, de cabellos de oro, de ojos azules, mirada llena de cariño y ternura, blanca como la nieve, de aire modesto, de gentil estatura y suaves mejillas1», va a destacar por ser una joven singular que, en lugar de distraerse con los juegospropios de su edad, se pasaba las horas leyendo libros de poetas y prosistas clásicos.

Pronto inició el cultivo de las letras, realizando poesías en su hacienda de Rosacapillas. Su primer poema fueun soneto dedicado a la memoria de su madre. Trasel mismo, se inició una importante y exitosa carrera de creación literaria2, premiada en diversas ocasiones y elogiada tanto dentro como fuera de nuestra provincia.

Con tan sólo quince años obtuvo su primer éxito con la obra titulada Margarita, que se estrenó en el Teatro Principal de Málaga la noche del 29 de mayo de 1870. Tras ésta, vendrían más obras dramáticas como El Cautivo, con la que se inauguró oficialmente el teatro Cervantes de Málaga, El ramo de flores o El Cruzado, entre otras, y un primer libro con leyendas tradicionales e históricas llamado Recuerdos de Andalucía (1874).

Con su padre vivió en la casa que poseían en calle Granada, lugar con gran afluencia de público, debido a las numerosas veladas privadas que en la misma se celebraban y que eran, de las muchas realizadas por las clases altas malagueñas, las más famosas, siendo doña Pepita la encargada de organizarlas. De una de estas veladas nos deja constancia el escritorJosé Carlos Bruna, dándonos así ocasión de acercarnos a esta vivienda, en sus momentos de vida diaria.

La profesora Amparo Quiles nos narra las impresiones que la misma dejaron en el escritor:

«Los grandes salones, los gabinetes, biblioteca y ´severo comedor´ resplandecían ante los ojos del comentarista. El salón principal estaba dividido por una gran cortina, y las sillitas y candelabros ambientaban el escenario doméstico»3. Se convertiría en Duquesa de Parcent y Condesa de Contamina al contraer matrimonio el día 30 de mayo de 18874, en la iglesia de Santiago5, con don Fernando de la Cerda y Carvajal, Conde de Parcent y Contamina. Al casarse contaba ella 33 años, edad bastante elevada para lo que era habitual en aquella época. De dicho matrimonio nació un solo hijo, el día 10 de marzo de 1888, don Fernando de la Cerda y Ugarte-Barrientos6, el cual fue bautizado en la misma parroquia en que se habían casado sus padres.

Además de su labor literaria, sabemos del interés que Pepita sintió hacia las artes, por haber contado con una destacada colección de obras pictóricas y escultóricas.

En lo que a pinturas se refiere poseyó alrededor de 60, abundando sobre todo las obras de temática religiosa, los retratos de miembros de su familia y los paisajes.

Estas piezas habían sido aportadas al matrimonio a través de su escritura de dote, siendo la mayoría regalos realizados a doña Pepita por su padre, el cual, a su vez, los había heredado de sus antepasados y eran, por tanto, piezas de bastante antigüedad y de gran valor artístico, como nos lo demuestra el hecho de que la casa de los Barrientos apareciera en 1861 entre aquellas en las que existían importantes coleccionesartísticas, con obras de elevado mérito7.

También, adquirió, una vez casada, obras pictóricas, de entre las que destacaron autores de los más brillantes de nuestra provincia, como es el caso de Moreno Carbonero, figura de prestigio en el ambiente local del momento y a nivel estatal por los premios obtenidos en las Exposiciones Nacionales.

De este artista poseía una acuarela apreciada en 1.000 pesetas, valor bastante elevado si se compara

con los precios que se barajan en los inventarios de la época. También obtuvo este mismo valor un cuadro de «San Francisco de Paula», que aparecía en su inventario de bienes, realizado al óleo y del cual se nos aclaraba que era «muy bueno8», pero en este caso no nos indicaba a quién se debía su autoría.

Además de los cuadros, también podemos destacar sus posesiones escultóricas, todas ellas de carácter religioso y, por su disposición en el interior de la estancia denominada «oratorio» de su residencia, de una clara función devocional. Imágenes de materiales y formas diferentes: esculpidas en madera, bien de cuerpo entero, como un San José de talla o de medio cuerpo, siguiendo el modelo de Pedro de Mena, en una Virgen dolorosa; otras realizadas en barro, como una pareja conformada por San Joaquín y Santa Ana o bien en marfil como un Crucifijo. Estas piezas, a su vez, se acompañaban de los objetos necesarios para el culto. Finalmente, se nos menciona la existencia de «un retablo que está en la sacristía de la iglesia de la Victoria de esta ciudad, y es el que tenía la Virgen de dicho Oratorio y se puso allí interinamente por carecer de sitio donde colocarlo»9.

Mientras, como hemos indicado, las obras escultóricas nos hablan de un uso principalmente de tipo religioso, aunque en algunos casos también puedan tratarse de obras de arte –lo que la escasez de datos nos impide apreciar– en el caso de las obras pictóricas pueden ser otras las motivaciones que les llevaron, tanto a ella como a su esposo, a adquirirlas.

Por un lado, partimos de la necesidad de obtener estos objetos con un fin meramente decorativo, para cubrir las paredes del gran número de habitaciones que presentaba la vivienda. Esta se nos muestra con gran diversidad de estancias para recibir y de un carácter bastante público (salón principal, gabinete del salón principal, antesala principal, gabinete segundo, gabinete tercero, despacho, comedor, biblioteca, etc.). Habitaciones, todas ellas, profusamente amuebladas y decoradas. Así nos encontramos con un total de siete estrados, compuestos de sofás, sillones, sillas variadas, butacas, mesas, rinconeras, espejos, lámparas, candelabros, veladores, cornucopias, arañas, banquetas, jardineras, poltronas, etc., todo decorado con materiales a juego en cada uno de los espacios por medio de tejidos que se distribuían entre los cortinajes y la tapicería de los muebles de asiento, donde destaca el empleo del damasco de seda y con suelos cubiertos con alfombras. Maderas variadas (pino, caoba, palo santo, nogal, roble, etc.) de gran calidad eran utilizadas en el mobiliario, estando muy trabajado por medio de tallas, dorados, etc. Destacar la presencia de un objeto totalmente necesario en las casas de toda familia de cierta posición económica, como era el piano, destinado a amenizar muchas de las veladas y reuniones y que, en este caso, presenta un elevado valor, 2.000 pesetas. siendo una de las piezas entregadas por doña Josefa a su matrimonio.

Algunos detalles exóticos se añaden a las estancias por medio de lámparas japonesas o en uno de los estrados que presenta un estilo chinesco. El «revival» de estilos se puede observar a través una de las estanterías de la biblioteca que se nos especifica que es de «roble tallado estilo Luis XV»10, en otros casos se nos habla de objetos de gusto antiguo, que suponemos pueda tratarse de piezas de estilo neoclásico. También observamos piezas importadas como «dos sillas negras talladas italianas»11. En conjunto todo un ambiente recargado donde los cuadros ocupaban un papel de gran importancia al venir a confirmar el estatus de la familia.

Otra serie de piezas podemos añadir a esas colecciones. Por un lado las bibliográficas, en las que debía incidir de forma directa la propietaria dadas sus inquietudes literarias. Más de mil volúmenes válorados en 1.500 pesetas conforman la biblioteca familiar, donde no se nos especifican los títulos. También destacar una colección de armas donde podemos encontrar espadas, floretes, pistolas, puñales, hachas, dagas, alabardas, lanzas, corazas, mazas, cascos, etc., algunas traídas de fuera como Toledo o Albacete.

Junto con los fines decorativos de las obras pictóricas y los devocionales de las esculturas, no podemos olvidar, en el caso del matrimonio de los duques de Parcent, el interés artístico que sentía el duque al ser la pintura una de sus grandes aficiones, dedicado de modo exclusivo a los retratos.

Sería el día 14 de marzo de 1891, cuando esta destacada escritora, a quien Bueno Muñoz consideró  «una de las grandes poetisas españolas que han contribuido al esplendor de las letras patrias»12 vio finalizar su fecunda vida. Su fallecimiento tuvo lugar en la casa que hacía esquina entre calle Granada y calle Moratín, lugar donde fue colocada una lápida en homenaje a su memoria. En la actualidad, dos calles dejan constancia en Málaga de su persona, la llamada Duquesa de Parcent y la que alude a su nombre familiar, Pepita Barrientos, ubicada en el Polígono Comercial de la Azucarera.

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NOTAS:

* El presente trabajo constituye una aportación al proyecto  I+D PB97 1110 Imagen y Percepción de la Mujer en la Historia del que soy miembro investigador.

1 Palabras con las que la describe don Narciso Díaz de Escovar en el día en que tuvo lugar el estreno de su obra «Margarita».  
DIAZ DE ESCOVAR, N., Josefa Ugarte Barrientos, «Hijos Ilustres de Málaga y su provincia».

2 Para profundizar sobre su faceta de escritora consultar JIMÉNEZ MORALES, M. I., Escritoras malagueñas del siglo XIX, Universidad de Málaga, 1996, pág. 207.

3 QUILES FAZ, A., Málaga y sus gentes en el siglo XIX. Retratos literarios de una época. Málaga, Arguval, 1995, p. 62.

4 A.H.P.M., Escribanía de don Miguel Molina y Terán, Leg. 5569, 1888, Dote confesada. El Excmo. Sr. Don Fernando de la Cerda a favor de su esposa la Excma. Sra. doña Josefa Ugarte Barrientos y Caraux, fol. 282.

5 A.H.P.M., Escribanía de don Miguel Molina y Terán, Leg. 5840, 1893, Testamento del Excmo. Señor don Fernando de la Cerda, fol. 360v.

6 Ibídem.

7 VILA, B., Guía del Viajero en Málaga, Málaga, 1861, pág. 239.

8 Ibídem, fol. 1144v.

9 Ibídem, fol. 1146-1146v.

10 A.H.P.M., Escribanía de don Miguel Molina y Terán, Leg.

5837, 1891, Liquidación, cuenta y partición de Josefa Urgarte-Barrientes, fol. 1154.

11 Ibídem, fol. 1154v.

12 BUENO MUÑOZ, A., Cien malagueños notables: siluetas biográficas de grandes figuras nacidas en Málaga. Málaga, Caja 
de Ahorros Provincial, 1956, p. 109.

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