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Mujeres Rondeñas durante la Guerra de la Independencia

Ronda (Málaga) 1808-1814

En este artículo tras unas referencias estadísticas y otras a resaltar la belleza de estas mujeres se profundiza en el papel de las mujeres en la más importante localidad de la sierra malagueña durante la Guerra de la independencia: las muchas que hicieron labores de espionaje y enlace (María García, la Tinajera) quien sufragaba misas por los patriotas represeliados o fiestas tras la victoria (Jerónima López, “la Pelada”), quienes hacían de espía, las que ayudaban con las armas, la incomoda posición de las mujeres de los jefes militares que permanecieron en la ciudad, las que intentaban que sus maridos no fueran a la guerra; y las relaciones con los soldados franceses que van desde tenderles trampas a la relación sentimental. Y como colofón la labor de las serranas que asumen todo las labores (casa y campo) al tener que suplir a los “hombres” que están en la guerra.

Otras mujeres individualizadas que aparecen: Marquesa de las Amarillas, Enamorada de Pedro Depa, María de la Paz Mata, María Becerra, Catalina Badillos, María Jaén y María Millán.

Tomado de Vida cotidiana en Ronda durante la Guerra de la Independencia (1810-1812). Por Marion Reder Gadow. En Baetica. Estudios de Arte, Geografía e Historia, 29, 2007, 385-412. ISSN: 0212-5099 Universidad de Málaga. http://www.juntadeandalucia.es/educacion/vscripts/w_bcc1812/w/rec/4190.pdf Página vista el 27 de julio de 2012

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Un sector importante de la población rondeña lo constituían las mujeres, que también tuvieron un destacado papel en el quehacer cotidiano durante los 30 meses de ocupación extranjera44. Según el censo de Napoleón de 1811, en Ronda vivían 7.686 mujeres, de las que 5.003 estaban casadas, 565 eran viudas, 2.056 solteras y 62 monjas. Tradicionalmente una de las cualidades más peculiares de las mujeres malagueñas es la belleza y, según los testimonios delos viajeros, esta era superior a las de cualquier otro lugar de España45.

Bery de Saint Vincent aseguraba que además de esta bella apariencia las malagueñas era vivas, alegres y llenas de gracia:

He podido observar en un baile dado por la ciudad al Mariscal Soult que, entre ochenta mujeres que allí se encontraban, diez eran de una perfección que asombraría en todas las ciudades del universo; veinte de una belleza también destacada; treinta extremadamente graciosas y bellas. No encontré más que tres damas que no reunieran estas cualidades; y éstas no eran enteramente españolas”46.

Lord Blayney confirmaba la opinión de Bery de Saint Vincent al destacar que:

... entre los curiosos se encontraban algunas mujeres notables por su belleza y por su traje sencillo y modesto. El almuerzo fue servido al principio por cuatro jóvenes muy bonitas. Los oficiales franceses, para probar su galantería, las miraron de tal forma que ya no se atrevieron a seguir sirviendo.

Y, por último, M. Cuendia afirmaba rotundo: “Ronda está poblada de hermosas mujeres”47. Cuando las tropas napoleónicas invadieron Andalucía, algunas de estas jóvenes decidieron utilizar sus encantos para atraer a los soldados a lugares apartados en los que esperaban emboscados los serranos para eliminarlos. Otras féminas se sintieron realmente atraídas, surgiendo una relación sentimental, como sucedió con el sargento Pedro Depa, que tendrá un final sorprendente. Aunque la mayoría de las mujeres, amparadas en sus

quehaceres domésticos en tabernas, posadas o ventas, servían de enlace entre los rondeños y los serranos, llevando a cabo labores de espionaje, como la de notificar a los patriotas los puntos más débiles de las fortificaciones o la salida, como la que tuvo lugar el 27 de abril, de una columna francesa hacia la Serranía de Grazalema, supuestamente para “pacificar a los pueblos infectados por los bandidos”48. De esta forma, las mujeres rondeñas colaboraban al restablecimiento del rey Fernando VII. Ya que por su sexo no podían tomar

las armas y batirse con el enemigo, discurrieron el medio con el que contribuir a la justa causa patriótica y adoptaron el de espía, al llevar los partes o avisos que diariamente se remitían por los patriotas de Ronda a los comandantes y jefes que ocupaban los puntos estratégicos de la Serranía. Este cometido lo llevaron a la práctica durante los meses de la ocupación, guiadas por el bien de su Nación. Madoz señala que: “... las mujeres mismas rivalizaban con sus maridos en inventar ardides y esfuerzo contra los franceses, y que hubo niños que disparaban contra los franceses con el trabuco que su madre le cargaba49. ¡Y hasta se envenenaron fuentes!”

Tras esta generalización es preciso detallar algunos comportamientos femeninos en Ronda. Las mujeres de los altos cargos del ejército permanecieron en Ronda durante la campaña y alguna, como la marquesa de las Amarillas, sufrió un asalto en su propia casa por una turba de “vagos que se denominaban patriotas”, buscando armas50. Efectivamente, se llevaron todas las escopetas y armas blancas propiedad del marqués, que se encontraba defendiendo a su patria, además de otros objetos de valor. Actitud calificada como ingrata por el Marqués que no sospechaba esa hostilidad por parte de sus conciudadanos y que hacía peligrar la seguridad de su mujer y de su familia51. Son numerosos los testimonios de militares que se ausentaron de sus puestos alegando enfermedades para pasarse al enemigo, dejando a sus esposas buscando recursos para subsistir.

Es curiosa la noticia que nos ofrecen las actas del Ayuntamiento de Ronda, concretamente el 27 de septiembre de 1810. En el cabildo de este día se condenó el comportamiento irregular de Joaquín Mairena, portero municipal, por exigir determinadas monedas a mujeres como María de la Paz Mata, María Becerra, Catalina Badillos, María Jaén y María Millán por eliminar de las listas de turnos a sus maridos y evitar así la guardia en la milicia cívica. El citado teniente portero se había arrogado facultades para liberar a sus maridos

del servicio de la milicia cívica a cambio de seis u ocho reales que recaudaba de cada una de estas mujeres, según sus posibilidades. Ellas estaban dispuestas a pagar cualquier precio con tal de evitar que sus maridos se expusieran al peligro del fuego enemigo o de los serranos.

El profesor Carlos Posac me ha facilitado una curiosa Relación procedente de la Biblioteca Nacional, en la que se describen los “prodigios patrióticos” de una famosa heroína rondeña, doña Jerónima López, apodada “la Pelada” por culpa del mal del tabardillo. ¿Sería pariente del presbítero Antonio López Marcos? Doña Jerónima, dama de noble cuna, era hermosa y agraciada, si bien lo que más pondera esta Relación es su firme convicción de patriota y su fe en Dios. Según la Relación, por esa defensa férrea de los valores nacionales, los patriotas de España la ensalzaban, mientras que los afrancesados la maldecían. Prosigue relatando cómo distribuía dinero entre los ciudadanos necesitados y no había pobre que llamara a su puerta que no fuera socorrido, ni preso consolado. Cuando Ronda sucumbió al poder de José Napoleón y los franceses fusilaban algún partidario de Fernando VII, doña Jerónima ordenaba que se oficiaran misas por la salvación de su alma a cargo de su patrimonio. Y a las monjas franciscanas descalzas encargaba oraciones con el fin de restablecer al monarca legítimo en el trono de España. En la puerta de su casa erigió un altar a la patrona de España, a la que rogaba para que protegiera a Fernando y a su Reino, al tiempo que alentaba a sus vecinos para que mantuvieran la esperanza en el triunfo de los serranos. Si llegaban noticias de alguna victoria de los patriotas, celebraba este triunfo de una manera solapada. Solicitaba autorización para organizar bailes y mascaradas, con la ayuda de otro gran patriota, Vicente de Chequele. Éste recurría a los danzantes de la fiesta del Corpus Christi para tal fin, y entre baile y baile ante la Virgen, se lanzaban cohetes al aire festejando los éxitos de los patriotas. Hasta cinco festejos financió doña Jerónima, “La Pelada”, por los triunfos de los partidarios de Fernando VII, noticias que al parecer llegaban por la prensa, con la ayuda encubierta de instituciones como el Ayuntamiento y la Real Maestranza52. El primero, al colaborar en la vigilancia policial para que no se cometieran disturbios, con la autorización del Corregidor don Cristóbal de Avilés; la segunda, al permitir a sus maestrantes evolucionar sobre sus cabalgaduras en las Mascaradas, que a su vez mantenían un doble mensaje, con un trasfondo pródigo en alusiones encubiertas, en las que se mencionaba la Religión, España y el Rey Fernando53.

A pesar de las difíciles circunstancias en que se encontraban por la ocupación francesa, los rondeños utilizaban el recurso escénico como propaganda del partido Fernandino y el rechazo a los invasores, sin que estos se atreviesen a coartar las representaciones teatrales.

Otro prototipo de mujer lo representa María García, apodada “La Tinajera”, cuyas actuaciones a favor de la causa patriótica han quedado silenciadas.

Las peripecias de María García aparecen reflejadas en unos Memoriales elevados al Ayuntamiento de Ronda, una vez restablecida la normalidad, en los que solicita un estanco de tabaco u otro destino similar en compensación por las pérdidas materiales y la vergüenza a la que fue expuesta. La “Tinajera” indica en estos escritos, que aunque es de condición humilde, ha mantenido siempre una conducta intachable y, por lo tanto, ha generado una buena opinión entre sus vecinos. El párroco de la parroquia del Espíritu Santo, don Gaspar de España, confirma este comportamiento y afirma conocerla desde que tenía dieciséis años de edad. María se reafirma, una y otra vez, en su patriotismoy explica que:

... decidida por la justa causa de la Nación y no pudiendo tomar las armas por la debilidad de su sexo, no halló otro medio de contribuir a la defensa del suelo patrio que hostilizar al enemigo, al introducirse disimuladamente en la posición que este ocupaba y adquirir noticias de lo bienintencionados llevándolas en seguida a nuestro cuerpo de armas que defendía la Sierra54.

María “la Tinajera” se sentía ultrajada, siente que su honor ha sido mancillado, al someterse al registro de su persona y sus pertenencias por los agentes de policía Rosado y García en busca de papeles comprometedores. Manifiesta que fue delatada por otras mujeres por estar sirviendo a una persona, cuyo nombre oculta, adicta a la causa Fernandina. Acusaba a los citados agentes Antonio Rosado, Ángel García, Miguel de Reguero y José Peñaranda, que aprovechando el desconcierto, le sustrajeron unas monteras, piezas de sayal, gregüescos, muselinas y otros efectos, por valor de mil trescientos reales55.

Según relata, los policías afrancesados no dudaron en encerrarla en el calabozo, en el que permaneció varios días en compañía de otras quince mujeres acusadas de servir de correo entre los patriotas rondeños y las guerrillas de la Serranía56. En la cárcel se mantuvo con una precaria alimentación que consistía en una libra de pan para cuatro días. Los mismos agentes que la apresaron la desnudaron públicamente, en la sala del Alcalde de la Cárcel, la de Salvador Moreno, para registrar sus prendas personales y cuanto tenía en el cuerpo, dejándola con sólo una camisa. Entre los pliegues de su ropa encontraron los policías papeles altamente comprometedores dirigidos al Comandante de Igualeja y a la Junta Superior de Gobierno, por lo que fue condenada a un infamante castigo que sirviera de escarmiento a otras mujeres que servían de enlaces.

Así que, condenada por espía, los agentes de la policía la sacaron de la cárcel y le cortaron el cabello al rape con una escoda de soldado; y aún pretendían emplumarla como a una ramera o una adúltera 57. Una vez “pelada”, la expusieron a la vergüenza pública, paseándola por las calles de la ciudad; primero por el casco urbano, subiendo por calle Boticas, y después por el barrio del Mercadillo, escoltada por los agentes de policía y por soldados franceses entre mofas y burlas. Durante el recorrido urbano se agregaron españoles afrancesados, como don José Llanes de Vargas, que hostigaban a los presentes a que increparan a esta mujer traidora a su causa. Para mayor infamia, el agente Rosado iba llamando de puerta en puerta y vociferaba para que se asomaran los vecinos a ver a la condenada por espía, a la “pelada”.

Una vez finalizado el paseo humillante, la trasladaron con cajas destempladas hasta el exterior de la muralla, al barrio de San Francisco, con la amenaza de fusilarla. En efecto, los mandos franceses leyeron en alta voz una orden del Duque de Dalmacia en la que se le advertía que si volvía a Ronda sería llevada de inmediato al paredón. Ante esta amenaza, la acusada puso pies en polvorosa hasta llegar a Alpandeire, donde permaneció hasta que llegaron los ejércitos Fernandinos.

Una vez restablecida la normalidad en Ronda, María “la Tinajera” reclamaba una rehabilitación moral, ya que su salud se encontraba quebrantada, pero también echaba de menos los géneros que le habían sustraído o, por lo menos, el dinero equivalente, sin olvidar un castigo ejemplar para los agentes que la ultrajaron. Los informes que interceptaron entre la ropa de María “la Tinajera” causaron gran alarma entre los mandos franceses, que no dudaron en cortar la comunicación por el Puente Viejo, y lo dejaron inutilizado hasta su marcha.

También Rocca anota en sus Memorias de la guerra de los franceses en España a las mujeres de los serranos que asumían todas las labores agrícolas en ausencia de los hombres. Es curioso que este autor francés señale como una curiosidad la fuerza de estas mujeres y su deseo de competir entre sí para demostrar su fortaleza58. Rocca las describe como mujeres de cierta altura, con respecto a las demás que ha conocido, destacando sus miembros robustos debido al entorno agreste, a las facciones rudas y a las miradas penetrantes, que las asemejaba a las fieras que merodeaban por la sierra. Mujeres implicadas en la causa patriótica, que acompañaban a los hombres, cuidando de sus hijos y colaborando en las partidas, tras la quema de sus casas, de sus templos y de sus pueblos.


45.LABORDE, A.L.J. de: Itinéraire descriptif de l’Espagne, et tableau élémentaire de diferente branches de l’administration et de l’industrie de ce royaume, París 1809.

46. SAINT VINCENT, B. de: Guide du voyageur en Espagne, París 1823.

47. CUENDIA, M.: L’Espagne pintoresque, artistique et monumentale.Moeurs, usages et costumes, París 1848, 355.

48. A. M. R., Actas Capitulares, Cabildo de 27 de marzo de 1811, en que deben tapiarse varias entradas al barrio del Mercadillo para evitar las incursiones de los serranos.

49. MADOZ, P.: Op. Cit., 200.

50. A. M. R., Actas Capitulares, Cabildo 9 de junio 1810. La casa llamada de las Pozas pasó al poder real por la emigración del Marqués de las Amarillas.

51. GIRÓN, P. A., MARQUÉS DE LAS AMARILLAS: Recuerdos (1778-1837), Pamplona 1978, 217.

52. REDER GADOW, Mª.: “Creando espectáculo, fomentando el ocio: La Real Maestranza de Ronda promotora de los torneos ecuestres en Ronda”, comunicación presentada al Congreso Ocio y Vida Cotidiana en el Mundo Hispánico (Siglos XVI-XVIII), Sevilla. (en prensa).

53. B (iblioteca) N(acional), Sección de Manuscritos, V.E.C. 822-4. Relación de los prodigios patrióticos de una famosa heroína de la ilustre ciudad de Ronda, llamada doña Jerónima López conocida por “la Pelada”. Impreso en la imprenta de Vera, de la ciudad de Ronda. Mi agradecimiento por esta información y por su valiosa colaboración a Don Carlos Posac Mon.

54. A. M. R., Legajo 289, año 1812. Expediente sobre el ultraje realizado a María García por

el Corregidor Francisco Reguera. Agradezco al Prof. Francisco Díaz Torrejón los valiosos

Memoriales manuscritos de esta valiente mujer.

55. A .M. R., Legajo 289, año 1812. Expediente...Op. cit. En otro Memorial señala que el valor

era superior, de 3.000 reales.

56. A M. R., Legajo 289, año 1812. Expediente...Op. cit. Alude que estas mujeres estaban en la

cárcel por indicios · “al igual que media Ronda”.

57. Diccionario de la Lengua Española, Real Academia de la Historia, Madrid 1994, tomo I,

876. Voz Escoda: Herramienta en forma de martillo, con corte en ambos lados, para labrar

piedras y picar paredes.

58. ROCCA, M. DE: Mèmoires sur la Guerre des français en Espagne, París 1814.


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