Convento de San Lorenzo. Franciscano. Del siglo XVI
Encausadas por la Inquisición en los años 1560-1570, acusadas de Hechicería y luego catapultadas a la fama por citar a una de ellas, Leonor Rodríguez "La Camacha", Cervantes en el Coloquio de los perros.
Tomado de Ruz García, Marina La Brujería. http://www.juntadeandalucia.es/averroes/iesemiliocanalejo/departa/ghistor/trabajos/LA%20BRUJERIA.pdf Página vista el 3 de Julio d3 2015
Marina Ruz García
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La brujería cordobesa pasó a se conocida a través del universal Cervantes, quien en su obra “El Coloquio de los perros” hace una constante alusión a la misma. Sin duda, debió documentarse par escribir su obra visitando la población de Montilla, donde debió informarse sobre la famosa Camacha, bruja procesada por el Santo Oficio Cordobés por tener fama de poseer poderes especiales. Al menos esa idea pasó a dominio popular. Entre los poderes que se le atribuían y que recoge Cervantes en su obra se contaban los de oscurecer el sol, transportar hombres de un lugar a otro del mundo, madurar trigo en Enero, convertir hombres en animales y un sinfín de poderes que no voy a reflejar.
Entre las acusadas presas más conocidas de Montilla, hay que destacar a Isabel Hernández, la Lozana; Catalina Rodríguez y Leonor Rodríguez, la Camacha.
En primer lugar aparece Isabel Hernández, denominada la Lozana, a la sazón vecina de Montilla, a quien se le acusaba “porque salía por el aire y se hallaba en ayuntamiento de demonios y tenía familiar y daba a otras personas demonios por familiares”. Su causa estaba a prueba.
En segundo lugar encontramos a Inés de Venegas, vecina de Aguilar, por idéntico delito. También figuran: Catalina Rodríguez, de Montilla, por hechicera; Leonor Rodríguez, la Camacha, por lo mismo, y cuya causa también se encontraba a prueba. También Mayor Díaz, Isabel Martín Sánchez, la Roma, todas vecinas de Montilla. Son sacadas al auto público de fe el 8 de Diciembre de 1572,ante “un gran concurso de gente”, ya que, sin duda, era grande la expectación por ver a estas brujas que tanto había dado que hablar. Ese lunes de Diciembre fueron 16 las penitenciadas que salieron, aunque de ellas solo 7 lo eran “por cosas de hechicería coninvocación de demonios”. Las cinco restantes brujas eran Catalina Rodríguez, Leonor Rodríguez, María Sánchez, Mayor Díaz e Isabel Martín.
Catalina Rodríguez, viuda, mujer de un jornalero de Montilla, de cincuenta años y cristiana vieja. Fue detenida por “hechicera invocadora de demonios” y también se comentaba de ella “que tenía familiar y lo prometía dar a otras personas, diciendo que quien había de hacer lo que ella hacía, no se lo podía decir sin tener familiar, y si habían de tener familiar habían de mandar el alma, diciendo: esta ánima es mía, yo te la mando y te la entrego desde hoy, y también te apoteco y entrego éste mi
cuerpo, y hablaba el demonio aceptándolo y haciéndole escribir en la mano”. El tribunal la condenó
a que saliera al auto público de fe en forma de penitente y “una coroza en la cabeza con insignias de hechicera y que abjure de vehemente y le den cient azotes en Córdoba y otros ciento en Montilla, de donde sea desterrada perpetuamente en cinco leguas a la redonda y sirva cinco años en
Córdoba en el hospital que se le señale”.
La segunda bruja procesada es Leonor Rodríguez, la Camacha. Fue mujer de Antón Gómez de Bonilla, labrador vecino de Montilla, era cristiana vieja, de cuarenta años de edad. Fue procesada por cuestiones relacionadas con la hechicería con invocación de demonios, y entre sus hazañas esta
ba la de hacer y enseñar a hacer cercos y desde ellos llamaban a los demonios a los que ofrecían
un miembro de su cuerpo y “con un cuchillode cachas prietas hacía el cerco e venían dellos, pecados y pecadas, hechos sin galguillos y, hecha la promesa del dicho miembro, los diablos le decían que pidiese lo que quisiere y ella pedía le trajesen un amigo y otras cosas desta manera”.
A la Camacha la testificaron veintidós testigos, quienes se ratificaron en sus acusaciones. A la Camacha, ante las distintas contradicciones en que cayó en su proceso, no hubo más remedio
que aplicarle el tormento del modo siguiente: “puestos los brazos atrás, atados los pulgares con once vueltas de cordel, según dijo el ministro, y asidos de la maroma, parecieron vueltos adelante; y el médico dijo que no tenía lesión alguna”. Hubo de salir al auto público en forma de penitente con coroza en la cabeza, en las que debían aparecer las insignias de hechicera. Debió de abjurar de
leví y recibió cien latigazos en Córdoba y otros cien en Montilla, ciudad de la que fue desterrada durante diez años, teniendo que servir durante los dos primeros en un hospital de Córdoba.
También debió de pagar una multa de 150 ducados al receptor.
Otra de las brujas procesadas es Mari Sánchez, la Roma o la Coja, viuda de Acisclo Martín Calder
ón, trabajador, vecina de Montilla, de 60 años de edad y cristiana vieja. Esta mujer también deteni
da y encarcelada por hechicería con invocación de demonios, hizo cercos. También adivinaba el futuro y otras cosas que sucedían en otros lugares. Era curandera y cobraba mucho dinero por sus
servicios. Para sus conjuros se servía de un candil y de un asador. Enseñó a otras de conjuro de Marta, por se ella moría, que éste no cayera en el olvido. Entre sus hechizos, había uno queconsistía en poner un real a las doce de la noche en la ventana, y si lo hacía de día, colocaba el real en el redondel donde ella se sentaba y al mismo tiempo que introducía un candil, pronunciaba unas palabras. Y para que estas palabras surtiesen efecto, se introducía en el cerco en cueros y metía en él una escoba cubierta con algo y n seguida sabía si las personas por las que realizaba el conjur
o se encontraban vivas o muertas, o cualquier otra cosa que quisiese saber.
El tribunal dictó sentencia, que consistió en salir al auto público de fe vestida de penitente portando coroza en la cabeza coninsignias de hechicera. Debió abjurar de leví y además recibió el
castigo físico de cien azotes en Montilla, de donde salió desterrada por un periodo de cinco años y con la obligación de acudir al cura del lugar donde cumpliese su destierro con el fin de que la
adoctrinase en la fe cristiana, así como para enseñarle las oraciones.
La mujer del arriero Alonso Ruiz, llamada Mayor Díaz, vecina de Montilla, de 27 o 28 años de edad, también fue procesada por hechicera. Realizaba y enseñaba a hacer cercos en los que cocía
una torta con una niebla colorada hacia el sol y una vez que aquella se cocía, desaparecía la niebla. Esta torta era utilizada para entregarla a determinada persona a quien uno deseaba que le quisiese
bien. El cerco lo efectuaba con un cuchillo de cachas prietas pintando una figura de hombre y otra de mujer. Otras veces conjuraba doblando medio real, metiendo en él unos caballos y atándolo a una cuerda de guita colgada de las manos. Lo dejaba colgado hacia el lado por donde sale el sol durante tres días y de ese modo, venía la persona que era requerida.
Esta mujer recibía dinero de las personas para las que realizaba sus hechizos. Mayor Díaz contó con cuatro mujeres que la acusaron. Fue sacadaal auto en forma de penitente con coroza con insignias de hechicera, debió abjurar de levi y fue traída a Montilla a la vergüenza pública.
La última de las cinco hechiceras que salió al auto de 1572 fue Isabel Martín, mujer del hortelano Bartolomé Jiménez de las Yeguas.
Esta mujer, de 44 años de edad, fue acusada de lo mismo que las anteriores, es decir de hechicería y
de invocadora de demonios. Isabel fue condenada como las otras hechiceras a salir al auto en forma de penitente, a abjurar de leví y a ser traída a la vergüenza pública por las calles de Montilla.
8. Casa de las Camachas
Esta casa, está situada en Montilla, Córdoba, en el número 4 de la antigua calle de Tarasquilla, actualmente llamada calle Padre Miguel Molina. Fue construida en el siglo XVI y habitada por tres brujas Montillanas, conocidas comúnmente como Las Camachas. De entre ellas destaca el personaje histórico, controvertido y celestinesco de Leonor Rodríguez "La Camacha”, Miguel de Cervantes Saavedra, hace alusión a ellas en "El coloquio de los perros". Aunque no se sabea ciencia cierta si la historia que narra en su novela es real, podría ser que el propio Cervantes escuchara el comentario popular durante suestancia en Montilla y lo exagerase después en su obra.
Al mismo Mesón de la Camacha, que, como se ha dicho, la tradición popular sitúa en la vieja casa de la calle Tarasquilla, acudió, don Alonso de Aguilar, un hacendado de la familia del marqués de Priego, para solicitar de las brujas sus celestinescos oficios con el fin de seducir a una dama de Montilla llamada doña Mayor de Solier.
Al parecer, las hechiceras lograron embaucar a la dama quien, al poco tiempo, según refiere Cobos, "comenzó a dar señales inequívocas de incipiente maternidad".
Doña Mayor aseguró a su 11madre que el embarazo no era sino consecuencia de la hechicería de Las Camachas y denunció el caso ante la Inquisición. No obstante, "merced a las gestiones de don Alonso y para evitar un escándalo mayor, la violación fue disfrazada de brujería" .Según
se refiere en el proceso inquisitorial, la joven fue sorprendida desmayada en una de las habitaciones de esta casa, al ver a don Alonso transformado por artes de encantamiento en forma de hermoso caballo. La historia bien pudo haber ocurrido de forma muy diferente, hasta el punto de haber sido la propia madre de doña Mayor quien solicita la ayuda de las brujas para cautivar al joven rico y convertirlo en marido de su hija.
Más sobre esto: Hechiceras,
toleradas por la corte, acusadas por la Inquisición Rocío Alamillos Alvarez. Andalucía en
la Historia. Nº 39. Enero 2013, Pags. 26-29
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(Enlace externo) y en Leonor Rodríguez, La camacha