Almería en 1887- Almería 1922. Actriz de Teatro. Victima de asesinato machista.
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Violencia de género (III): Concha Robles Pérez. Antonio Sevillano. El más serio y completo artículo sobre el tema que hemos encontrado (opinión de BMA)
EL TEATRO CERVANTES Y CONCHA ROBLES. Maribel García Sánchez
Muerte de un asesino Por Manu Artero.
"T E A T R A L E S. PROXIMO DEBUT" Se anuncia la llegada de Concepción Robles para actuar con varias obras en el Teatro Cervantes. Diario de Almería 10-01-1922
"La terrible tragedia de anoche" La primera crónica de los asesinatos. Diario de Almería 22-01-1922
"Triste Recuerdo". Relato y valoración del asesinato. La Crónica Meridional. 24-01-1922
"Sobre el asesinato en el Teatro Cervantes". La Crónica Meridional. 24-01-1922
Foto a Página completa. El Nuevo Mundo. 27-01-1022
"Consejo de Guerra por la muerte de Concha Robles". Con las alegaciones de fiscal y defensa. ABC. 28-05-1924
"La causa del comandante Berdugo en el Supremo de Guerra y Marina" ABC 13-01-1925
Confirmación de la Pena a Berdugo por el Consejo bupremo de Guerra. Diario de Almería. 16-01-1025
"El ex-comandante Berdugo". Viaje para cumplir prisión en Chafarinas. ABC 01-04-1925
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Tomado de http://www.elalmeria.es/article/almeria/1210432/violencia/genero/iii/concha/robles/perez.html Visto el 01/07/2015
En el teatro Cervantes, inaugurado el año anterior, la trágica muerte de la actriz Concha Robles a manos de su marido -comandante de Caballería- conmocionó a Almería la noche del 21 de enero de 1922
Antonio Sevillano / / Historiador | Actualizado 17.03.2012 - 01:00
HAY quienes se dedican impunemente a
propalar cuentos chinos en forma de leyendas y relatos asustaviejas.
Historietas en las que cualquier parecido con la realidad se asemeja
lo que un huevo a una castaña. Como si en tiempos pretéritos no
hubiésemos padecido a bastantes embaucadores expertos en ocultismo y
adivinación, sucesos paranormales, duendes y ruidos extraños,
espectros del más allá aparecidos a los de más acá e
inclasificables gilipolleces varias, ahora sufrimos a otros
especímenes más cercanos al friquismo pesetero que a la
investigación seria y reglada. Con libelos al parecer de fácil
venta. Y es que como sentenciaba el Guerra (el político no, el
torero): hay gente pa tó. El problema surge cuando se involucra a
determinadas personas ya fallecidas; exponiéndose, es una
posibilidad, a un serio digusto por tergiversar hechos, fechas y
ofender la memoria de esos difuntos.
Cuento todo esto porque,
además, me duele que la calidad humana y artística de la actriz
dramática Conchita Robles Pérez, querida y admirada en la ciudad,
pase a la intrahistoria local como el fantasma que se enseñorea ¿por
qué, para qué? del teatro Cervantes. Me indigna que un tan
premeditado como alevoso crimen machista se reduzca a supercherías
sobre apariciones incorpóreas. Para fantasma se basta y sobra el
friqui melifluo y egocéntrico. En el polo opuesto se encuentran
cuatro estudiantes del IES "Bahía de Almería" (Ainhoa
Collar, Beatríz Plaza, Miguel Revueltas, Rita María Rodríguez) que
tras un brillante trabajo interdisciplinar lograron una meritoria
mención en el XV Premio de Investigación Educativa San Viator,
recogida de manos del anterior ministro de Educación y Ciencia,
Ángel Gabilondo. En este memorándum -inédito y bien documentado-
se testimonian los valores de una mujer decidida, víctima de la
maldad de un marido demente, y la relación de aquella respecto a la
actual violencia de género (al grupo de jóvenes le debo las
ilustraciones que mañana publicaré). Un crimen que sin ser el
primero en nuestra capital, ni muchísimo menos, sí fue el que
originó mayor escándalo y difusión nacional.
De la
Almedina al Cervantes
María Concepción del Pilar, Fe,
Juana Robles Pérez nació el 7 de octubre de 1887 en la populosa
calle Real de la Almedina (domicilio de su tío José, concertista de
guitarra). Desde enero de 2010 una modesta placa la recuerda en la
fachada del nº 14, dedicada por el Ayuntamiento a solicitud de la
AA.VV. Casco Histórico. Su niñez y adolescencia discurrió en la
cercana vivienda familiar de c/. Clarín, hasta que se trasladaron a
Madrid. Hija de Pura Pérez Vela (perteneciente a una burguesa saga
de políticos y abogados) y de Juan Robles Yáñez, guitarrista
(alumno distinguido de D. Julián Arcas), quien en documentos
oficiales figura indistintamente como "artista" y
"empleado" (tramoyista del Teatro-circo Variedades, en el
Paseo). Concha era nieta paterna de un fundador (1852) de la Banda de
Música de Almería y a sus 35 años no cumplidos estaba considerada
una de las más sólidas actrices de la escena española y primera
figura de la Compañía Tudela y Monteagudo. Con ella regresó a
Almería para interpretar el abono en que se incluían obras
dramáticas y comedias como El marqués de Chin-Lung (con esta
debutaron el día 14), Las Flores, La verdad de las mentiras, Santa
Isabel de Ceres, El gran Galeote y La huelga de los herreros.
De
intachable moralidad, enérgica, de ideas progresistas y amiga de
Carmen de Burgos "Colombine" (su hija María Álvarez,
también actriz, remitió desde Madrid un solidario telegrama de
condolencia). Poseedora de una suave belleza y exquisita voz, capaz
de cantar cuplés a la altura -aquí exageraban- de Pastora Imperio,
se había casado el 26 de julio de 1916, en Madrid, con Carlos
Berdugo (con "b") Boti, comandante de Caballería. Viudo,
con dos hijas de sus primeras nupcias y doce años mayor que nuestra
paisana. Violento, celoso y posesivo, su relación marital resultó
tormentosa y en ella sobraron vejaciones y, según la infortunada,
lesiones físicas. El militar logró que Conchita abandonara su
profesión, aunque transcurridos un tiempo reanudó la brillante
carrera interrumpida (creyendo que a él le haría ilusión, le
remitía las críticas favorables de allí donde actuaba). El regreso
a las tablas nunca se le perdonó el iracundo esposo; y en estas
circunstancias, separados de hecho -el mes anterior al crimen el juez
que entendía la causa había fallado a favor de ella la solicitud de
divorcio-, consumó la venganza precisamente en Almería.
Primer
y único acto
Con inusitada expectación y el aforo
vendido, el teatro Cervantes abrió sus puertas para continuar con el
abono en cartel. En el primer acto de Santa Isabel de Ceres
("tragedia popular en cinco actos, original de Alfonso Vidal y
Planas", a la que volveremos mañana), Concha hace un mutis.
Cuando se dispone a regresar a las candilejas, desde su camerino
observa horrorizada la presencia del ya prácticamente exmarido
portando una pistola (había entrado fingiendo ser empresario
teatral). Creyéndose así a salvo, se coloca detrás de un chaval de
16 años, Manuel Aguilar Ruescas, aprendiz de la imprenta de
Celedonio Peláez, repartidor de la cartelería (aunque en el consejo
de Guerra se afirma que es tramoyista). Suenan varios disparos y los
espectadores irrumpen en una cerrada ovación, convencidos que se
trataba de unos bien logrados efectos especiales, propios de la trama
argumental. Sin llegar a comprender del todo la magnitud del suceso,
muestran su desconcierto cuando el joven, asomándose al patio de
butacas grita que los tiros son de verdad, que le han disparado a
quemarropa. Ante el revuelo general aparece Conchita moribunda,
mientras otra actriz, esta ilesa, se lanza sobre el foso de la
orquesta dirigida por el músico almeriense José Sánchez de la
Higuera. Cae el telón. El director teatral, Alfonso Tudela, al borde
del escenario, confirma la cruda realidad. La recuestan sobre un
sofá, donde agoniza a pesar de los esfuerzos de varios médicos
presentes (Godoy Ramírez, Gómez Campana, Pelegrín Rodríguez,
padre e hijo) quienes le atienden apresuradamente de unas heridas
mortales en el tórax y cuello. Al chiquillo lo trasladan a la Casa
de Socorro de la calle Murcia y seguidamente, ante la gravedad de su
estado, al Hospital Provincial, donde fallecería al despuntar el
alba. Aún se escucharía otra detonación en el coliseo: Berdugo
Boti se intentó suicidar disparándose con la browing en la sien
derecha. Una herida de la que asombrosamente no finiquitó, aunque al
día siguiente los doctores Arráez y Gómez tuvieron que extirparle
un ojo. Esto por la mañana, y por la tarde el entierro de los dos
desdichados. El juez que la misma noche de autos se hizo cargo del
caso, autorizó (antes de la preceptiva auptosia) que a ella la
velaran en la en casa de sus primas Matilde y Anita García Pérez
(calle El Pueblo, antes Cosario) y a Manuel Aguilar Ruescas en el
Hospital Provincial. Del entierro y otros "flecos" del
doble crimen me ocuparé igualmente mañana.
Por Maribel García Sánchez
Tomado
de
http://almeracultural.blogspot.com.es/2011/03/el-teatro-cervantes-y-concha-robles-en.html.
Visto el 1 de Agosto de 2015. Publicado en el sitio del que lo
hemos tomado en Marzo de 2011.
En la vida cultural almeriense
hay que tener en cuenta el papel que desempeñaron los teatros de la
ciudad. El progresivo desarrollo de la burguesía almeriense fomentó
la construcción de estos edificios orientados al ocio, como es el
caso de los teatros En la Almería del siglo XIX y principios del XX
existía un núcleo importante de dicha clase social muy amantes del
género dramático, de la ópera y la zarzuela. Casi todos estos
teatros se situaban en el Paseo del Príncipe (actual Paseo) o en sus
aledaños. De todos ellos destacar sin duda la soberbia construcción
del Teatro Cervantes y relatar la historia trágica que allí se
desarrolló al año de inaugurarse muriendo en plena escena la actriz
almeriense Concha Robles, conocida como “Conchita Robles”.
El
Teatro
La idea de crear y construir el Teatro Cervantes fue
patrocinada en 1862 por un notable grupo de personalidades de ámbitos
muy diversos. En 1864 se adquirieron los terrenos y en 1866 se
contrató la apertura de los cimientos. Los planos se firmaron en el
1898 por Enrique López Rull, retrasándose el comienzo de las obras
hasta 1910, siendo inaugurado el Teatro más importante de Almería
en 1921. La tipología del teatro sigue el diseño de los Teatros
Italianos, con el patio de butacas en forma de herradura para
facilitar la visibilidad y la acústica y consiguiendo un espacio
acogedor. Los palcos, con forma de balcones palaciegos, en su momento
fueron propiedad de las familias de los accionistas, pasando de
padres a hijos. El acceso al teatro Cervantes se hacía
originariamente por la fachada del Paseo, que se ordena en tres pisos
con motivos decorativos alusivos a su función: máscaras, liras,
destacando el relieve del balcón principal: Miguel de Cervantes. Los
brazos de las lámparas que simulan girasoles y la barandilla le dan
un gusto modernista. En 1920 parte del inmueble fue adquirido por la
Sede de la Sociedad del Circulo Mercantil e Industrial de Almería,
actual propietaria del Teatro. Destaca su salón noble.
Concha
Robles y la tragedia del Cervantes
En 1921 se inaugura el
Teatro y en enero de 1922 se inauguraba en el mejor teatro de nuestra
ciudad la obra “Santa Isabel de Ceres” que versaba sobre “Mujeres
de vida alegre”. La protagonista era Concha Robles una hermosa
mujer que había nacido en Almería en 1887 en la calle de la
Almedina, hoy todavía está su casa en el nº 12 con una placa
recordándola que se colocó en homenaje a ella recientemente. En su
infancia marchó con sus padres a Madrid y allí fue donde le empezó
a enganchar el “gusanillo del teatro”, ingreso en la famosa
compañía María Guerrero, que se marchó a hacer las Américas.
Ella no se fue por imposición de sus padres. Ingresó en otra
compañía y estuvo de gira por toda España y el destino le llevó
hasta Granada, donde conocería al Comandante Verdugo (**) un
comandante de caballería muy estricto y celoso que le llevaba muchos
años, se enamoró de él y al poco tiempo se casó, retirándola de
los escenarios. Al principio bien, pero poco a poco los celos lo iban
matando y haciendo la vida imposible a Concha, hasta llegar al
extremo de no poder salir sola a la calle ni ir con él a tomar un
café porque como era tan bella si alguien la miraba más de la
cuenta montaba un espectáculo. Las escenas de celos cada día se
repetían con más frecuencia hasta que ella ya estalló porque no
podía vivir toda la vida así y finalmente se separaron y ella
empezó una nueva vida, una vida donde entraba retomar su eterna
pasión: el teatro. Fue afortunada cuando le dijeron que estrenaría
la obra “Santa Isabel de Ceres” en su tierra “Almería” y en
el recién estrenado Teatro Cervantes, pero que poco sabía ella
sobre la tragedia que se le avecinaba.
Llegó el día del estreno
el 23 de enero de 1922 (*) y toda Almería estaba impactante por ver
el estreno de la obra aunque también había detractores por el
argumento teatral. Ese día parece que vieron al Comandante Verdugo
que se desplazó desde Granada alrededor del Café Colón bebiendo,
no podía soportar que Concha Robles representase esa obra tan impura
para él, hombre conservador y estricto y los celos lo mataban.
También se repartieron folletos sobre la trama de la obra y en ella
se incluía disparos. Parecía interesante.
Esa noche llegó y el
teatro a rebosar esperaba la salida en escena de Concha Robles, una
actriz de Almería. Empezó la representación de la obra y su marido
Carlos Verdugo entró después aludiendo que era un productor teatral
que quería hablar con Concha Robles, el portero lo dejó entrar pero
el no se fue al patio de butacas, se escondió entre bambalinas. Y
cuando se iba a representar la última escena y en un descanso de la
obra, Concha Robles, en su camerino se preparaba para finalizar su
gran obra. Cuando salió del Camerino y se disponía a dirigirse al
escenario, se encontró con su ex marido, estupefacta lo único que
le quedaba era arroparse detrás del joven de 16 años Manuel Aguilar
que había sido el que había repartido los folletos y se encontraba
entre bambalinas. Ella no pensaba que la crueldad de Verdugo llegaría
hasta el punto de disparar a Manuel que cayó al suelo. Ella corrió
hacía el escenario y el marido le disparó dos veces cayendo
fulminante en el suelo del escenario muriendo al instante. Como en la
obra había disparos, la gente empezó a aplaudir y Manuel Aguilar
como pudo ensangrentado y herido de muerte dijo: ¡no aplaudan, no
aplaudan! han asesinado a Concha Robles y cayó también al suelo.
Carlos Verdugo se dio un disparo en la sien pero finalmente no murió.
Las personas que estaban presenciando la obra en las primeras filas,
salieron despavoridas y al momento llegó la policía y se llevaron
al joven Manuel al Hospital Provincial. Allí murió al día
siguiente. El funeral fue multitudinario, y pusieron los dos féretros
en el Teatro Cervantes para dar su último adiós a un joven que
comenzaba una vida y a una gran actriz de nuestra Almería.
En
esta historia real de Concha Robles hay un misterio que rodea al
teatro sobre la actriz, que incluso fue investigado por el programa
“Cuarto Milenio”, con la ayuda de un investigador especializado
en estos temas de enigmas y leyendas: Alberto Cerezuela. Se dice que
los operarios del teatro y el portero cuando el teatro está vacío,
escuchan ruidos de puertas e incluso la sombra con figura de mujer.
Dicen que puede ser que sea Concha Robles que continua en el teatro
su gran pasión y en su tierra y no sale de él porque no ha
concluido su última escena.
Y como en todas las ciudades hay
misterios y leyendas, este relato ocurrió y lo del espíritu de
Concha Robles, leyendas son, eso cada uno puede dar rienda suelta a
su imaginación, se han grabado sombras por la noche donde se observa
un rostro deformado de mujer. No soy yo quien para juzgar un enigma
sobre una historia que ocurrió realmente, ni para poner en duda la
labor de especialistas en este tema, pero solo terminaré diciendo
que no olvidemos que estas leyendas o misterios, son leyendas urbanas
y forman parte de la historia de nuestra ciudad y en este caso de
nuestro Gran teatro Cervantes y nuestra actriz almeriense “Conchita
Robles”.
Publicado por Maribel García Sánchez
(*) Nota de BMA: En realidad fue el sábado 21 de Enero.
(**) Nota de BMA: La ortografía del apellido según aparece en la prensa de la época es "Berdugo"
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/252059/muerte-de-un-asesino
Manu Artero
09:00 • 13 feb. 2023
El 21 de enero de 2022 se cumplieron 100 años del asesinato de la actriz almeriense, Concha Robles. Durante estos años su nombre fue silenciado y borrado de la historia. Desde el centenario de su muerte somos muchos los que queremos que Concha Robles tenga un Nuevo Renacer. Que nadie olvide su nombre.
Pero, ¿y el nombre del asesino? ¿Debe ser borrado de la historia? La respuesta es clara: No
Carlos Berdugo, hijo de una familia de abolengo. Carlos Berdugo Bote nació con un pan bajo un brazo y con un salvoconducto bajo el otro, por ser hijo de Carlos Berdugo y Tamayo un militar de reconocido prestigio y dilatada carrera nacido en Aranda de Duero (Burgos). Berdugo y Tamayo fue Subteniente de Infantería en el Regimiento “Borbón”. Condecorado con la Cruz de Caballero de la Orden de Cristo de Portugal y con la Cruz de San Fernando de 1ª clase.
Carlos Berdugo Bote siguió los pasos de su padre, e inicia su carrera militar en 1892. Tras obtener diferentes ascensos, en el año 1900 es destinado al Escuadrón de Escolta Real, unidad encargada de la protección durante los traslados de la familia real. Durante su permanencia en esta unidad llega el momento cumbre de su carrera militar cuando le es otorgada una medalla en reconocimiento por su actuación en el atentado contra el Rey Alfonso XIII y su esposa Doña Victoria en el año 1906, ya que Berdugo mandaba la escolta que en ese momento protegía al Rey. Posteriormente fue ascendido a capitán pasando al regimiento Lusitania nº12. En 1918 es trasladado, con su ascenso a comandante, a la Junta del Censo del Ganado Caballar y Mular de Cuenca.
La otra “carrera” de Carlos Berdugo
El condecorado militar llevaba una vida paralela llena de infracciones, juego, bebida y peleas de las que escapaba airoso gracias a la protección que le proporcionaba su condición militar y aquel apellido “Berdugo” con “b”, ironías semánticas
Su primera mujer fue María Lequerica Polo de Bernabé falleció a la edad de 26 años. Contrajeron matrimonio cuando ella tenía 18 años y él 28 y tuvieron dos hijas. La causa de su muerte no estuvo clara. Berdugo, no estuvo presente el día del funeral. En su círculo más cercano eran conocidas las continuas peleas y el maltrato al que sometía a su primera esposa.
Otra de sus amantes falleció en Lisboa durante su actuación como “mujer voladora” en un circo cuyo propietario era el propio Carlos, que lo adquirió con el único fin de obtener los favores de la chica, menor de edad. Por este suceso, Berdugo y un socio fueron procesados en Portugal. Para evadir la condena prendieron fuego al circo destruyeron todas las pruebas y huyeron a España. Otra de sus amantes murió asesinada. Según la versión de Berdugo, el asesino fue un amante celoso al enterarse que la chica estaba con él. El amante la mató “sembrando de pus blenorrágico el lavabo del tocador, contagiando a la artista, que murió de blenorrágica purulenta”.
El destino de Concha Robles
Concha Robles conoce a Carlos Berdugo, un militar apuesto y atento, que la colma de atenciones y cariño. Enamorados, contraen matrimonio el 26 de julio de 1916 en Madrid. Era el principio del fin.
La felicidad de Concha comienza a tambalearse a los pocos meses de contraer matrimonio cuando Carlos toma el control de la situación y muestra su cara oculta. Mujeriego, celoso, violento, alcohólico, ludópata, embustero y posesivo.
Berdugo la obliga a dejar su carrera artística, la somete a maltrato, vejaciones, insultos y peleas en público, por lo que Concha toma la decisión de separarse. Para Carlos la sola idea de que su mujer le abandonase era insoportable. Además, sufre las burlas de sus compañeros, que cuestionan su “hombría”. Berdugo cancela los contratos de Concha con el fin de arruinarla, la persigue, se presenta allá donde ella esté y usa la violencia para obligarla a volver junto a él. Pero Concha Robles es una mujer fuerte, culta, decidida a no dejarse avasallar, dispuesta a luchar hasta la muerte. Y así fue.
Cuando parecía que lo había logrado, cuando por fin comienza de nuevo su carrera artística, Carlos se desplaza hasta el Teatro Cervantes de Almería al enterarse que ella actuará allí representando la obra “Santa Isabel de Ceres”. Consigue entrar con un nombre falso, y se sienta a contemplar la obra. No soporta ver a su mujer, feliz, triunfante, admirada. Se llena de ira, de celos, y baja hasta uno de los laterales del escenario. Espera escondido hasta que la actriz sale hacia donde el se encuentra y sin pensarlo, dispara al corazón de Concha que cae muerta sobre el escenario ante un público maravillado por el realismo de los disparos y la sangre que brota del pecho de la actriz, pensando que era parte de la obra.
Manuel Aguilar. Una víctima inocente
Manuel Aguilar era un adolescente de 16 años que vivía en la calle Antonio Vico junto a sus abuelos. Para ganarse la vida trabajaba en la imprenta Peláez. El 21 de enero de 1922, se encontraba en el Teatro Cervantes, ya que había ido a llevar unos carteles y se quedó entre bastidores para ver la obra. Cuando Carlos y Concha se encuentran cara a cara en aquel oscuro lateral del escenario, Manuel Aguilar se queda inmóvil entre ambos. Concha, que ve el arma de fuego en la mano de Carlos, coge a Manuel por los hombros para apartarlo, pero no hubo tiempo. Carlos dispara y una de las balas impacta en el cuerpo del adolescente que sale gritando al escenario. Manuel fallece en el Hospital de Santa María Magdalena a las 6 horas del día 22 de enero tras una larga agonía. Con una mano aprieta una cruz sobre su pecho, y con la otra sujeta la mano de su abuela. A dos alturas sobre el nicho de Concha Robles, está enterrado Manuel. En su lápida, una inscripción: “falleció por accidente”.
Injusta justicia
Berdugo fue sometido a Consejo de Guerra, y a punto estuvo de ser declarado inocente, ya que intentó demostrar que “defendía su honor”, aportando pruebas falsas de las infidelidades de Concha. Incluso tenía la promesa de sus amigos de que quedaría libre en el juicio.
El asesinato de Manuel Aguilar, y las declaraciones de los testigos que defendieron y demostraron la honestidad de Concha y la falsedad de las pruebas y declaraciones del asesino, supuso para Carlos Berdugo una condena a cadena perpetua. Para cumplir la condena es enviado a las Islas Chafarinas. Allí vivía a cuerpo de Rey, jactándose de sus fechorías, del maltrato al que sometía a las mujeres y del asesinato de Concha Robles.
Nunca se supo que ocurrió con Berdugo tras la Guerra Civil, hasta hoy.
La última pista sobre su muerte nos la da la solicitud de una pensión de orfandad de una de sus hijas, Carmen Berdugo Lequerica, en el año 1939. La solicitud dice que Berdugo fue “apartado” del ejército. La pensión le fue concedida por un total de 1.625 pesetas anuales que era la cuarta parte del sueldo regulador de 6.500 pesetas también anuales, que fue el mayor disfrutado durante dos años por su padre en su situación activa. Tras conseguir los documentos de esta solicitud, hoy sabemos la fecha de la muerte. Berdugo muere a las 7:30 horas del día 1 de noviembre de 1938.
¿Cómo murió Berdugo?
La causa de muerte aparece en su partida de defunción: “Insuficiencia cardio-renal. Causa fundamental, bronquitis crónica”.
No muere en Chafarinas, donde estaba condenado a cadena perpetua, ni siquiera muere en una prisión. Berdugo fallece a los 65 años de edad en Alza, Guipúzcoa, en su domicilio “Villa Bidebieta de Herrera”, sin dejar testamento.
Pero antes de morir se llevó consigo directa o indirectamente la vida de aquella chica trapecista menor de edad, la de aquella actriz asesinada por un amante celoso, la de María Lequerica, su primera esposa, la de Concha Robles, su segunda esposa, y la de Manuel Aguilar.
Carlos Berdugo Bote, Que la historia no borre tu nombre.
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